El joven menorquín se enroló en la orquesta el pasado septiembre y ya tiene su puesto asegurado | J.P.O.

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Con tan solo 24 años, el currículum de Josep Portella Orfila (Es Migjorn Gran, 1998) es ya bastante extenso. La última línea de ese documento cuenta desde el martes de la semana pasada con una nueva entrada. Y eso es gracias a la plaza permanente que se ha ganado como flautista en una de las orquestas más prestigiosas de Asia, y reconocida internacionalmente, la Hong Kong Philharmonic Orchestra.

Un final feliz a una aventura en la que se embarcó en 2020, cuando la formación publicó la oferta en internet. Un medio a través del que también se podía participar en las audiciones desde la distancia. «Ello me animó a presentarme», rememora el menorquín», quien todavía hoy reconoce la «sorpresa» por haber llegado hasta la ronda final. La adjudicación de la plaza ha sido un proceso que se ha dilatado en el tiempo mucho más de lo inicialmente previsto por culpa de la pandemia. De hecho, que los responsables de la orquesta no tuvieran claro cuándo se podría celebrar la prueba final presencial les llevó a ofrecer al menorquín un contrato temporal, y así fue como se incorporó al equipo el pasado septiembre.

Una vez con la plaza en su poder, Portella rememora desde Hong-Kong la «felicidad» que sintió después de haber dedicado «tantos años de estudio a la flauta y a la música. Poder conseguir una plaza para dedicarte a ello es un lujo, sobre todo con los compañeros que tengo de orquesta tan geniales y brillantes, estoy aprendiendo mucho de ellos», destaca.

Una familia intercultural, con integrantes locales, muchos del resto de Asia, también de Australia y Europa. Junto a un trompista de Granada, son los dos únicos españoles de la formación. Cabe destacar, no obstante,  que esta no es ni mucho menos la primera aventura profesional internacional del músico de Es Migjorn Gran, ya que durante algún tiempo fue miembro de la European Union Youth Orquestra, «con la que viaje mucho y me permitió conocer orquestas y salas de conciertos de todo el continente».

Portella, en uno de los conciertos recientes con la orquesta | J.P.O.

Por lo que le cuentan sus padres, la música entró muy pronto en su vida. «Sabía que quería tocar la flauta, aunque quizás entonces no con el objetivo de ser profesional», rememora. Fue durante su paso por el instituto «cuando dije sí, esto es lo mío, es lo que quiero hacer». El tiempo ha pasado, y mirando atrás confiesa que ya se puede decir que sin duda alguna «el esfuerzo ha merecido la pena».

Portella realizó la formación elemental y profesional de flauta travesera en el Conservatorio Superior de Menorca, donde se graduó con un premio extraordinario. El paso previo a una carrera que le ha llevado a colaborar con un buen número de orquestas nacionales, entre ellas, por supuesto, la Orquestra de Cambra Illa de Menorca. Y cuando está por la Isla también se enrola en la formación más emblemática de su pueblo, la Banda des Migjorn Gran.

Ahora se enfrenta al reto «más exigente» de su carrera. «Es una orquesta muy top y cada semana cambiamos de programa, con obras muy conocidas y exigentes. Hay que estar en forma», relata. El ritmo es alto, ya que ofrecen, como mínimo, dos conciertos a la semana y cambiando de repertorio, ya sea sinfónico para un ballet o una ópera: «Estos meses hemos hecho de todo». En los últimos tiempos andan metidos también  en la grabación de dos discos. En un territorio en el que las restricciones por la pandemia todavía son altas, lo único que está en el aire esta temporada son las giras internacionales.

La adaptación a una cultura diferente fue un shock a su llegada a la gran ciudad en agosto, «cuando salir a la calle era una aventura», pero Portella reconoce estar bastante adaptado al ritmo de vida. Ahora está centrado en el trabajo con la orquesta, que prepara alguno de los conciertos más importantes del año, como son el de Navidad y Año Nuevo. El menorquín tiene asumido que la apretada agenda de la Hong Kong Philharmonic Orchestra no le permitirá regresar a casa hasta el mes de julio, una vez que acabe la temporada.