Alberto Martínez, durante la conferencia que ofreció este martes en el Ateneu de Maó | Gemma Andreu

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Después de iniciar su trayectoria profesional ejerciendo como docente durante 20 años en el Master del Centro de Estudios Superiores de la Industria Farmacéutica (Cesif) de Validación de Métodos Analíticos, el madrileño Alberto Martínez García pasaría los últimos 40 trabajando en la industria farmacéutica para las empresas Merck Sharp & Dohme, Grupo Montedinson o Glaxo Smith Klein. «Todo el mundo ha tomado en algún momento un medicamento de estas marcas», asegura Alberto, quien hoy es voluntario de Manos Unidas para sus proyectos de desarrollo en el sudeste asiático.

Alberto presenta este miércoles a las 18.30 horas en el Cercle Artístic de Ciutadella, como ya hiciera el martes en en el Ateneu de Maó la conferencia «Menorca y Filipinas: territorios insulares unidos para que ‘el efecto ser humano’ ayude a salvar el planeta», en la cual explicó los proyectos que lleva a cabo sobre el terreno en Filipinas desde hace más de una década con Manos Unidas. Además, es una manera de unir lazos junto a la comunidad filipina en la Isla.

«Me prejubilaron con 63 años y pensé que todavía era muy joven para sentarme a ver la televisión y ver el programa de Ana Rosa con la cantidad de cosas que hay en el mundo para echar una mano a quien lo necesita», explica Alberto. Fue en ese momento cuando se presentó a Manos Unidas para ofrecerse a trabajar como voluntario. «Me hicieron una entrevista para ver cuáles eran mis capacidades y pensaron que el sitio donde yo caía bien era el área de proyectos», señala.

Tras un par de años trabajando desde las oficinas y una vez formado en materia de cooperación, Alberto ya estaba preparado para viajar y trabajar in situ. La ONG, que divide sus grupos de trabajo por continentes, tiene uno destinado únicamente al sudeste asiático, que va «desde Bangladesh hasta Timor Oriental». «La mayor parte de la gente no sabe ni dónde está», confiesa entre risas. Bien, pues el destino que le fue asignado a Alberto fue Filipinas, justo después de que el supertifón Haiyan, también conocido como Yolanda, asolara en noviembre de 2013 la parte central del país, en especial las islas de Sámar y Layte, dejando más de 6.000 fallecidos y 1.000 desaparecidos según las cifras oficiales.

Labor altruista

Su amor por Filipinas le ha llevado a continuar en el país asiático encargándose de la supervisión de los diferentes proyectos de desarrollo que financia Manos Unidas en la zona. «Tras haber estado haciendo el trabajo de oficina revisando el diseño y el presupuesto de los proyectos, pude ver el valor que realmente tenía y cómo le había cambiado la vida a la gente. Fue en ese momento cuando dije ‘de aquí no me muevo’», afirma el madrileño.

Tratándose del tercer país del mundo más expuesto a desastres naturales, Alberto también se encarga de realizar los trabajos de emergencia y de prevención de riesgos de estos, preparando a las aldeas filipinas mediante planes de evacuación para que puedan refugiarse y sobrevivir a ellos.

Mientras que aprovecha su vuelta a España para descansar y divulgar el trabajo que realiza junto a Manos Unidas en conferencias, Alberto ya prepara su vuelta a Filipinas en el mes de abril.