El bajo-barítono menorquín Simón Orfila posa sobre el escenario del Principal de Palma, donde este miércoles se estrena 'La forza del destino'. | Pere Bota

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Su primer papel en una ópera fue el Frate de Don Carlo, en marzo de 1997, en el Teatre Principal de Palma, con solo 19 años. Desde entonces, ha encarnado personajes de obras tan conocidas como Turandot, Le Nozze di Figaro, Norma, Don Giovanni o L'elisir d’amore, solo por citar algunas. Sin embargo, hoy el bajo-barítono menorquín Simón Orfila debuta en La forza del destino, de Verdi, en el mismo teatro que le vio nacer como artista. El estreno –absoluto, pues nunca se había programado en el Principal de Palma– es este miércoles 28 de febrero a las 20.00 horas, pero también hay funciones este viernes 1 de marzo y el domingo 3, ambos días a las 18.00.

En La forza del destino, Orfila se mete en la piel de Padre Guardiano, que acoge a Leonor, oculta tras un nombre falso, en el monasterio. «Se convierte en el encubridor del desastre que ha generado, en su cómplice para evitar la muerte segura de su hermano», señala, a la vez que celebra que es «el papel que todo bajo desea hacer alguna vez en su vida porque es un bajo belcantista con páginas muy interesantes, sobre todo el dúo con la soprano protagonista [que aquí interpreta Alessandra Di Giorgio], que es muy largo y solemne».

«La forza del destino es un drama en la que suceden cosas imposibles. Es lo que tienen las óperas, que hacen posible lo imposible. Sería como cualquier culebrón que podemos ver por televisión, una historia en la que tienen que pasar cosas para que haya acción», añade. En esta versión, que recupera la última que escribió Verdi, en la que Don Alvaro sobrevive, castigándole así con «llevar todo el peso del dolor de tanta muerte a sus espaldas». En esta tesitura, «yo me encomiendo a dios, rezo para que perdone a todo el mundo y, seguramente, luego continúo con mi vida en el convento».

Villano

Normalmente, Orfila interpreta personajes más endiablados. «Los papeles de bajo son sobre todo de óperas serias y personajes malos. El año pasado, en Contes d’Hoffmann, interpretaba nada más y nada menos que a cuatro villanos. Me gusta ser el malo, pero también el gracioso, como Dulcamara en L’elisir d’amore. Me habría gustado ser humorista, por eso me divierto con un papel bufo, hacer reír a la gente; me siento realizado», admite.

Sin embargo, a lo largo de estos años son muchos los personajes a los que ha cogido cariño, como Mustafa, de L’italiana in Algeri, de Rossini, «que hice por última vez en el Liceu de Barcelona», donde el menorquín ha actuado en varias ocasiones. «Fue el primer gran teatro europeo que me dio la oportunidad de cantar, así que le tengo una estima muy especial». Tampoco olvida el propio Principal de Palma y el de Maó, «mi teatro». Con todo, todavía quedan algunos títulos en los que le gustaría cantar: Mefistofele, Faust y Attila, aunque esta última está prevista para 2027.

Proyectos

Después de La forza del destino, Orfila actuará en el Teatro de la Zarzuela de Madrid con Gal·la Placídia, de Jaume Pahissa, el 8 y 10 de marzo. En este mismo escenario, en abril, estará en Juan José, de Pablo Sorozábal. Luego, será el turno de Canarias, concretamente, del Auditorio Alfredo Kraus, donde formará parte del elenco del Réquiem de Mozart y, en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, Nabucco.