Nati Benejam, durante la noche que dio el pistoletazo de salida a la campaña. | Gemma Andreu

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Tiene tres hijos, una perra («Lluna») y un gato («Donatello») en casa y ha cambiado los pequeños del aula donde ejercía de profesora por los funcionarios del Consell, pero Nati Benejam (Ciutadella, 42 años) sigue igual de «multiprofesional. Soy madre, gestora, cocinera, limpiadora y solucionadora de problemas», sonríe.    «Creativa, empática, apasionada…pero debo poner límites». Hace ocho años que entró en política y, tras pasar por el Ayuntamiento de Ciutadella y la Dirección Insular de Empleo, Innovación y Cooperación Local, ahora aspira a presidir el Consell. «Disfruto», dice, como su tema favorito, de Carla Morrison.

Entró fascinada por Pablo Iglesias. Pero él ya se ha cortado la coleta y hasta ha dejado la política, y usted sigue. ¿Por qué?

—Sí, ahora está más guapo (sonríe), pero no solo me atrapó por su persona sino también por sus ideales, y la línea política que trazó sigue vigente.

¿Ya no le espanta hablar en público, ni liderar la candidatura al Consell?

—Me he acostumbrado, pero me siento más cómoda en el tu a tu. Ser primero concejal me ayudó a coger experiencia y, ahora como directora insular, así he podido empatizar más con los ayuntamientos. De hecho, la dirección te requiere trabajar más y te obliga a conocer los procesos administrativos, lo que seguramente me facilitará ejercer como consellera.

Los sondeos no les garantizan volver a tener presencia en el Consell.

—Suele ocurrir, pero luego la noche electoral siempre nos va mejor. Además, las encuestas son poco significativas y lo que realmente me preocupa es el creciente desencanto que percibo con la política. Hay muchas familias que no van a votar y, si eso se generaliza, lo pagaremos todos.

¿Qué consejos le ha dado Cristina Gómez?

—Me ha enseñado mucho. Pero, más que palabras, ella predica con el ejemplo. Me ha dado muchísima confianza y carta blanca en todo.

En su lema de campaña dicen tener «valentía para transformar». ¿Tanto hay que cambiar aún después de 8 años de gobierno progresista?

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—Sí. Hay que transformar todo para procurarnos un futuro mejor. Urge cambiar el modelo económico, apostar por la diversificación y no gastar ni un euro más en promoción turística. Desde los años 80 hemos pasado de ser la autonomía más rica de España a la número 12. El turismo da más riqueza a unos, pero empobrece y genera más desigualdad social. Es como una mina extractiva. Cuando la explotas hasta el límite, ya no queda nada.

¿De qué debemos vivir entonces?

—Se puede seguir viviendo del turismo, pero de forma sostenible, limitando la llegada de personas. Y, a la vez, apostar por la transformación agroalimentaria, la innovación…

Podemos defendió, dentro del gobierno insular, la necesidad de limitar la entrada de vehículos.

—Sí, y propusimos estudiar las intensidades locales. Como ya ocurre en las playas vírgenes, cuando ya no cabe nadie más en una zona hay que cerrar el acceso.

¿Hay más maneras de darle sentido a la Reserva de la Biosfera?

—Sí, apostando por la rehabilitación energética y formando a nuevos electricistas, fontaneros e instaladores de energías limpias, que hacen falta. También se puede extraer un millón de metros cúbicos de leña de los bosques de Menorca para mejorar la prevención de incendios y fomentar la biomasa. La gestión forestal y del mar son ejemplos de economía circular a cultivar.

¿El transporte público debe seguir siendo gratuito?

—Por supuesto. Y se ha demostrado que es posible. El Consell tiene dinero, pero cabe distribuirlo mejor. Y, aunque sorprenda a la gente, faltan manos para gestionar todo. Los años de corrupción del PP y las medidas de racionalización de la administración pública han enrevesado tanto la tramitación que cualquier medida se complica y ralentiza. Pero también cabe hacer presupuestos más realistas que electoralistas. Por ejemplo, si el Contrato Agrario (CARB) es un éxito, hay que inyectarle aún más dinero, y no inventar tanto. Es lo que intentaremos si cambia a nuestro favor la correlación de fuerzas en el seno del Consell. Mientras, seguimos picando piedra. Las áreas con mayor nivel de ejecución son las que yo gestiono…

¿Y cuáles se pide para la nueva legislatura?

—Me apetece mucho llevar Agricultura. Y no puedo dejar Cooperación Local, por amor a los ayuntamientos. Si de mi dependiera, reforzaría esta área con más personal. Y por mi amor a los animales tampoco puedo dejar el servicio insular de acogida, que ahora, en manos de las protectoras, funciona mejor. De hecho, las cooperativas deben tener más protagonismo en el nuevo modelo. El Consell debe potenciarlas, más que a la empresa privada.