Jordi López, candidato del Partido Popular al Parlament. | Gemma Andreu

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¿En las generales logró el acta de senador, a la que renunció por asuntos personales. ¿También dará ahora la campanada?

—No quiero dar campanadas, sino contar con el apoyo de la gente. Fue una gran satisfacción recabarlo entonces, pero renuncié al veer que no podía corresponder con el trabajo y la dedicación que quería. Un político debe ser, ante todo, honrado, y creo que yo lo fui al no aferrarme sin más al cargo.

¿Y si necesitan de Ciudadanos o VOX para gobernar, qué condiciones pondrán?

—La mía es que se defienda Menorca. He pedido a Marga Prohens que, cuando sea presidenta, se nos trate con equidad y justicia, como merecemos. Nunca aceptaré que los pactos favorezcan a una isla en detrimento de otras. No podemos seguir relegados, como en estos ocho años.

Deme tres razones para confiarles la alternativa y mandar el Pacte de Progrés a la oposición.

—La primera, que vamos a gestionar para la gente, no en función de ninguna ideología. La segunda, que lo haremos en equilibrio entre la economía, la sociedad y el medio ambiente. Y la tercera, que habrá pluralidad de proyectos e inversiones. Con hechos y no publicidad. Mire, a nosotros nos preocupa el tema del agua y el medio ambiente como al que más. Y esos partidos que ahora anuncian medidas de mejora del agua nos han dejado en la peor situación de Balears, pese a ser la isla en la que más llueve. El ecologismo no es eso. Es gobernar con hechos y credibilidad.

Se anuncia una inminente transferencia de la gestión al Consell.

—Cuando Adolfo Vilafranca sea presidente, velará para que llegue bien dotada. No podemos pedir que se nos transfiera sin tener un plan integral que garantice el tratamiento terciario en las depuradoras, más reutilización y la recarga de acuíferos. No se puede seguir tirando agua sucia al mar.

¿Reivindica que el ecologismo no es coto exclusivo de la izquierda?

—Es que nunca lo ha sido. La Reserva de la Biosfera la impulsó el PP y el amor por la tierra no es exclusivo de nadie. Los ecologistas más auténticos son las gentes del campo. Pero ya ve, quienes nos gobiernan ahora quieren poner boyas de control de la posidonia en la Illa de l’Aire cuando no han hecho nada en cuatro años. Más hechos y menos palabras.

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La Ley de la Reserva permitía al Consell limitar ya la entrada de vehículos y no lo ha hecho. ¿Cuál es su solución contra el colapso?

—No se puede limitar la entrada de coches sin contar antes con un informe técnico que dimensione la capacidad real de la Isla y un plan de gestión que nos diga cómo regularla. Menorca no está colapsada en verano, sino saturada. Y eso ocurre porque tenemos las mismas infraestructuras en carreteras, párkings y agua que en los años 80 cuando, desde entonces, hemos pasado de ser 70.000 a cerca de 100.000 habitantes.

Así, ¿tampoco están por la labor de limitar la entrada en julio y agosto?

—Tan solo cabe adaptar las infraestructuras a las necesidades reales. Y, en el caso de la carretera, reformarla, sin convertirla en una autopista, es anteponer la seguridad a la turismofobia. No podemos tardar más de una hora y cuarto, en verano, en cruzar la Isla de Maó a Ciutadella. Ya me dirá qué sacrilegio ambiental ha supuesto poner en marcha el puente de La Argentina. En cambio, el parque solar de Son Salomó sí es una bofetada al entorno. Otro tanto pasa con las playas vírgenes donde solo pueden aparcar cien coches y acceder con un mal servicio de bus lanzadera. No se puede invocar el medio ambiente con medidas que luego son una falacia. El color político no debe prevalecer sobre el interés general.

Ahora todos quieren facilitar con urgencia el acceso a la vivienda. Con los precios disparados y casas que solo se alquilan de octubre a junio…

—Lo primero es combatir el turismo ilegal. Pero respetando el derecho de todos a alquilar un piso o apartamento que les pueda dar ingresos. De hecho, mucha gente no está alquilando por inseguridad jurídica, y eso no puede ser. Cabe también combatir el discurso hipócrita de la izquierda, que a través del PTI ahora reduce una altura la edificabilidad máxima en las ciudades y contribuye así al encarecimiento de la vivienda. Frente a ello, abogamos por rebajar el impuesto de transmisiones y restar gravámenes al alquiler, facilitar la adquisición, bajar los precios y ahuyentar la especulación. Además, siendo realistas, sin una colaboración público-privada, la administración será incapaz de construir toda la vivienda protegida que hace falta. Por eso proponemos que las constructoras puedan erigir promociones a precios más bajos que los de mercado, controlando su beneficio y ayudando así a los colectivos más vulnerables: las familias numerosas, monoparentales y personas dependientes o con discapacidad.

Sus prioridades sociales no parecen tan alejadas de la izquierda.

—Pues muchas medidas que la izquierda tildaba de populistas ahora las incorpora. Los poco rigurosos han sido Armengol y sus socios. Pero también Ciudadanos, que casi nos plagia. Solo falta que se pinte de azul. Pero mejor así. En caso de gobernar, será más fácil el acuerdo.

¿Una llamada indirecta al voto útil?

—Somos la única alternativa liberal y centrada que puede defender por igual a todos los menorquines. La gente pide soluciones, no prohibiciones..

El perfil

Del Senado al Parlament, a por «la Menorca de las libertades»

En 2019, ganó el acta de senador por Menorca al PSOE, y motivos profesionales y de índole personal le llevaron a renunciar solo un año después. Pero Jordi López Ravanals (Tortosa, 1969) quedó en deuda con la política y el PP, cuya candidatura al Parlament encabeza ahora dispuesto a “recuperar la Menorca de la libertad y las oportunidades”. Licenciado en Derecho y directivo de recursos humanos con más de 20 años de experiencia en multinacionales, López Ravanals se ofrece a aportar su capacidad de trabajo y exigencia en la empresa privada al Parlament con el objeto de evitar una reedición, por tercer mandato consecutivo, del pacto progresista en Balears. Con la misma memoria fotográfica que le permite reconocer nombres y personas y radiografiar las necesidades de la Isla. Promete anteponer la sensatez a la ideología, velar por el medio ambiente y adaptar las infraestructuras al crecimiento económico sostenible que precisa Menorca.