Ateneu. El nuevo libro despertó el interés del público - Javier

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El catedrático de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo, de Madrid, Juan Cantavella presentó ayer en el Ateneu de Maó el último libro de artículos de Pedro J. Bosch, "Inventario de perplejidades". Cantavella, director del "Menorca" en los años setenta, es doctor en Periodismo (1994) y licenciado en Filología Hispánica (1993). En la actualidad imparte Redacción Periodística II a los alumnos de la licenciatura y Análisis del Lenguaje en los textos periodísticos para los del doctorado.

Pedro J. Bosch aseguraba ayer en una entrevista publicada en el "Menorca" que la gente está cada vez más atrincherada en sus opiniones. ¿Qué papel juegan los medios en la creación de opinión?.

Yo creo que los medios de comunicación no crean estas cosas, simplemente influyen en una dirección determinada. Es la sociedad que está de esta manera y de alguna forma los diarios, las televisiones y las radios apoyan un poco estas cosas. La influencia de los medios es relativamente moderada, los periodista nos creemos que dirigimos la sociedad y de eso nada. Los periodistas ejercemos una labor muy modesta.

Pero los ciudadanos creen que lo publicado en los medios es la verdad.

Considero que usted es optimista y que la realidad no llega a tanto. Creo que la gente desconfía de la prensa. Hablamos de opinión y en este campo se dan muchas ideas, pero no significa que se les haga caso. La gente lee y escucha pero luego hace lo que quiere, puesto que en caso contrario significaría que la prensa estaría dirigiendo la sociedad y considero que no es así, ni por asomo.

¿Ofrecen los medios de comunicación la realidad?

Considero que los medios muestran lo que creen que es la realidad, pero indudablemente lo que sacan los medios no es una fotografía, es un cuadro, un óleo. Los periodistas seleccionamos, no reflejamos toda la realidad, y lo hacemos con unos criterios subjetivos y que están marcados por unos elementos de noticiabilidad que suelen ser lo exótico, lo raro, lo que se sale de la normalidad. Recuerdo que Chesterton, un novelista inglés, decía que en la ciudad hay muchos albañiles que trabajan en lo alto de un andamio, pero la prensa sólo habla de uno en particular, de aquel que ha sufrido un accidente laboral.

Por tanto, se trata de una visión sesgada.

Sí, es una visión necesariamente sesgada. Puede haber el caso hipotético, que no es real, de que la prensa intente una objetividad y tampoco es el caso. Vemos que hay muchos compañeros de profesión que no buscan la objetividad, sino que pretenden demostrar cosas. La información no es para demostrar nada, en todo caso es para mostrar.

Por tanto, no hay que tener una visión cerrada de la realidad, sino que hay que dudar, como defiende Bosch.

Sí, porque la línea que sigue Bosch es una línea de no imponer nada a nadie, sino mostrar las cosas, mirar lo que sucede a su alrededor y comentarlo de una forma tranquila, sin imposiciones de ningún tipo. Esta línea de los comentaristas de prensa no es seguida por todos, hay mucha gente que se han convertido en telepredicadores, que hacen arengas.
A lo mejor se trata de una línea un tanto romántica, a la vieja usanza.

Decirlo así podría dar a entender que es una cosa superada, pero considero que es una meta. Hay personas que lo han practicado en el pasado, otras que lo están practicando en la actualidad y querría que en el futuro hubiera mucha más gente que apostara por esta línea.

¿Opina usted que a la gente le gusta leer o escuchar lo que piensa?

Por supuesto, sí, sí. Esto sucede en la vida cotidiana, estamos pendientes de que nos refuercen nuestras propias ideas. ¿Es esto positivo? Considero que no, lo bueno es tener las propias ideas pero, al mismo tiempo, estar abierto a recibir otras opiniones y contrastarlas, dialogar. Muchas veces rechazamos de inmediato las ideas de los demás, pero si reflexionamos vemos que hay algún aspecto que no habíamos reparado en él.

La prensa puede magnificar o empequeñecer los casos de corrupción.

En primer lugar, la prensa es una entelequia, hay diarios, televisiones y radios, cada uno tiene una línea determinada, los hay que lo magnifican y otros que le restan importancia.
Lo que la prensa en general hace sobre este asunto es registrar y contar lo que sucede y, de alguna manera, promueve una ejemplaridad social. Ayuda a que la gente sepa que se trata de una práctica rechazable y que debe castigarse. Por tanto, es una buena labor de purificación social. Hay medios que lo hacen así, otros que lo desbordan y juzgan antes de tiempo. También hay medios que critican la corrupción pero antes han magnificado a estas personas que han abusado de su condición y poder. Estos medios no tienen una línea de actuación homogénea. Los medios deberían reflexionar y tener una línea más coherente. Aquello que consigue muchos lectores y espectadores no es necesariamente lo mejor. Hay compañeros de profesión que se rigen por la audiencia, pero el criterio debe ser el de responsabilidad social y ser consciente de que manejamos un material sensible como son la opinión y la información, algo que muchas veces se echa de menos.

Hace unos años que la prensa de papel y la digital conviven en la sociedad. ¿Qué futuro les depara a ambas?

El futuro en un plazo relativamente corto está en la prensa digital, lo cual no significa en absoluto la desaparición de los diarios, que podrán subsistir mucho tiempo. No creo que haya una expansión mayor de la que ha habido hasta la fecha. Tampoco hay que ser catastrofistas en el sentido de que el cambio será a peor, que va a suponer la desaparición de los diarios. Cada sector debe conseguir su propio espacio y tendrá su propio público.