La caravana de coches estuvo encabezada por dos modelos Mehari, el primero de ellos amarillo y el otro rojo, como si fuera la bandera española - Cris

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Como suele suceder cada 10 de julio, Es Migjorn Gran se volcó con la celebración de Sant Cristòfol, patrón de los automovilistas. Pero la de ayer fue una ocasión especial, ya que esté año se cumple el centenario de la primera bendición de vehículos motorizados en la localidad, cuando aún no era un municipio. No obstante, el protocolo a seguir fue el de costumbre. La fiesta comenzó a las 11.30 horas con la celebración de una solemne misa oficiada por el obispo Monseñor Salvador Giménez.

El pueblo había amanecido ya engalanado para la ocasión, con imágenes del santo en las ventanas de las casas o colgando de los balcones, y es que según cuentan los vecinos cada año se esmeran más según en esas labores. Especialmente en la calle de Sant Cristòfol, donde las cañas verdes presidían las puertas de las viviendas.

En torno a las 19.30 horas, la imagen del santo salió a la Plaça de la Església, para iniciar al ritmo de la marcha interpretada por la Banda de Es Migjorn Gran una procesión por las calles del centro. Una vez de vuelta en la plaza, dio comienzo la tradicional bendición de automóviles, aunque como siempre fuero los más pequeños en bicicleta quienes primero se acercaron para recibir una abarca en miniatura a cambio de un donativo. La caravana prosiguió con la aparición de los coches, encabezada curiosamente por dos Mehari (uno rojo y otro amarillo, como si fuera la bandera española) y seguida por los automóviles más antiguos. Después fue el turno de las motocicletas y finalmente el de los turismos más modernos, que puntualmente colapsaron el tráfico en la población mientras hacían cola para recibir su bendición.