Pesquero. La embarcación, de 40 metros de eslora y 9 de manga, es un antiguo barco pesquero fabricado en 1983 y llegó al puerto de Maó el pasado mes de octubre - Javier

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El estilo de vida de Andries y Marga Dÿkstra escapa de los modos tradicionales y apuesta por la aventura.

Él, de 56 años, y ella, de 50, forman un agradable matrimonio holandés que decidió hacerse con un barco, echarse al mar y vivir libremente disfrutando de todo aquello que les brindase el destino.

Su historia se remonta al año 2003 en una pequeña localidad cercana a Rotterdam. Marga trabajaba en un hospital, mientras que Andries gestionaba una empresa fabricante de camiones de transporte, los llamados 'tank trailers'.

Tras vender el negocio, el matrimonio compró el barco "Aris-Tima", (que significa 'bienvenido' en griego) una embarcación pesquera fabricada en 1983 y especializada en faenar a través del Mar del Norte y sus difíciles aguas.

Los Dÿkstra invirtieron nada menos que siete años en reformar la nave con sus propias manos junto a la compañía Maaskant Shipyards, ya que había sido destinada a la pesca hasta entonces, pero, tras ver el resultado, sólo se puede afirmar que la espera mereció la pena.

Respetando la madera original, el espacio cuenta con cuatro dormitorios amplios, uno de ellos tipo 'suite'; tres cuartos de baño, uno con jacuzzi y ducha hidromasaje; dos salones, una cocina totalmente equipada, sala de máquinas y una espléndida terraza, entre otros habitáculos.

Andries y Marga lo tuvieron claro: el 2 de julio de 2010 partieron rumbo a una pequeña isla de Inglaterra. Posteriormente, recorrieron la costa francesa, llegaron a Santander y Finisterre; pasaron a Portugal para volver de nuevo a España visitando Málaga, Alicante, Eivissa y Palma.

El problema llegó en la isla vecina. Las malas condiciones climatológicas obligaron al matrimonio a abandonar su localización en Mallorca, dirigiéndose hacia Menorca. Debido al fuerte viento, llegaron a perder el ancla y la embarcación sufrió varios desperfectos, lo que les ha llevado a atracar en el puerto de Maó desde octubre, a la espera de que la compañía de seguros solucione la situación.

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