Profesionales y amigos. Los chefs Mario Sandoval y Elisabeth Guillén, en el Sant Joan de Binissaida - Elena

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Elisabeth Guillén y Mario Sandoval se conocieron a través del "Keep Walking Project" de la marca Johnnie Walker, una iniciativa basada en el progreso personal que permitió a Guillén trabajar durante una semana en el restaurante de Sandoval, en Madrid.

Curiosamente, por aquellos entonces y debido a dicha experiencia, la chef ya comentó cuánto le gustaría mantener el contacto con el conocido cocinero y pactar futuras colaboraciones.

Así ha sido. El pasado viernes, Mario Sandoval aterrizó en Menorca junto a su mujer para pasar unos días visitando la Isla, sobre todo, diferentes hoteles rurales y restaurantes.

"Ya estuve hace unos meses en unas jornadas celebradas en el Recinto Ferial en las que dimos unas ponencias, pero sólo estuve un día. En este viaje es cuando realmente estoy conociendo Menorca", explica el chef, mientras está sentado junto a Elisabeth en la terraza del hotel rural Sant Joan de Binissaida.

Explica que lo que más le ha llamado la atención de la Isla es "lo salvaje que resulta, como hay que currarse el camino para llegar a una preciosa cala, y la transparencia del agua".

"La verdad es que antes de venir sabía lo típico que pone en los libros: quesos, pescado y sobrasada. Lo que he visto al llegar es que a nivel culinario se trabaja mucho esa parte autóctona pero no tanto la cocina creativa con productos de la tierra, que es lo que hace Elisabeth", dice.

"A mí me encanta fusionar la cocina, lo tradicional con lo vanguardista. Eso es lo que ambos vemos que falta en la Isla. Habría que dar ese paso y el público valorará ese esfuerzo", responde Guillén, mientras Sandoval asiente con la cabeza y añade "la diferencia está en cómo servir ese tomate o esa gamba. Es importante para Menorca porque siempre hay clientes que buscan eso".

Jornada con estrella

Elisabeth propuso a Mario la idea de planificar un menú para la noche de un fin de semana de octubre. "Será aquí en Binissaida y nos gustaría idear unos platos para la ocasión. Estaría bien porque en Menorca no podemos optar a este tipo de iniciativas", explica Guillén.

Sandoval añade que se realizará una convocatoria a los medios especializados. "Buscaremos unos platos que sean para recordar", comenta el chef.

Hablando sobre las críticas que en ocasiones recibe este tipo de cocina, sale a relucir el tema de los precios. "Hay un mercado para todo y hay paladares que educar. Comer un buen plato se trata de que se convierta en una experiencia gastronómica", dice Elisabeth.

"Y además de eso, es que estás pagando por todo lo que te rodea: una especie de templo con prestigio, una buena bodega a tu disposición, productos de primera, detalles cuidados al mínimo... El problema viene cuando se paga y no se reciben estas cosas", añade Mario.

Ambos coinciden en que lo bueno hay que pagarlo y que, si se quiere conocer Menorca gastronómicamente, hay que saber que se va a gastar. "Yo no he encontrado los precios desorbitados. Está claro que existen dos vertientes y hay que saber dónde ir porque están los establecimientos donde sabes que comerás bien y auténtico; y otros que están enfocados a extranjeros", señala el cocinero.

En todo caso, Sandoval ha disfrutado de una buena caldereta, de la visita a una fábrica de quesos que, por cierto, abastecerá a su restaurante en Madrid; de unas gambas y otros productos del mar en Binibèquer, así como del resto de lugares emblemáticos de la Isla, incluidas calas y playas. "Recomendaré Menorca por su virginidad, su cocina, el mar, la tranquilidad y su temperatura", concluye.