Plácido otoño. Las horas de lectura al borde de la piscina son una de las actividades predilectas de un turismo de mediana edad que elige otoño para visitar la Isla - Javier

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Pasear, visitar monumentos, dedicar horas a la lectura relajados al borde de la piscina y aprovechar las buenas temperaturas de un cálido otoño son algunas de las actividades a las que se dedican los turistas que llenan durante este mes de octubre los hoteles de playa, antes de que den por concluida la temporada.

Dos semanas por delante, tres en algunos de los establecimientos consultados, en los que la ocupación está siendo positiva, mejor que en 2010 por estas fechas, con una meteorología benigna, más estable incluso que en el pasado mes de julio, y que convierte las vacaciones de estos últimos turistas en un remanso de tranquilidad bajo el sol.
"Tenemos sobre todo ingleses y alemanes, muchos son repetidores, así que han hecho amistades aquí, suelen tener una media de edad de 50 años y les gusta pasear por la playa y leer en la piscina o en los jardines", comenta Pere Salas, director del hotel Santo Tomás, en Es Migjorn Gran.

Es un perfil de cliente que se repite, al igual que su procedencia. Son los británicos y los alemanes, y en menor medida los españoles, los que eligen esta época del año para visitar la Isla. Siempre hay excepciones, y en este caso, el hotel Royal Son Bou, dedicado específicamente al producto de familia, concentra estos días a parejas jóvenes con hijos de corta edad, desde bebés a niños en edad preescolar.

Estamos llenos al cien por cien, con todos los servicios en marcha, y un programa de animación con 20 animadores, uno para los adultos y el resto para los niños", explica Tomeu Janer, director del establecimiento. La piscina infantil climatizada es uno de los atractivos del hotel, aunque la urbanización "se empieza a apagar, algunos bares ya están cerrados", asegura.

El senderismo -al Santo Tomás llegan grupos semanales desde Alemania-, las visitas guiadas, a monumentos y a las distintas localidades menorquinas, y las excursiones en bici llenan la agenda de las vacaciones, en la que ocupan buena parte del tiempo las horas de lectura y de tumbona. "No son turistas que busquen mucha actividad, sino más bien descanso y también gastronomía, les gusta comer aquí", señala Joan Mesquida, al frente del hotel La Quinta, que tiene una ocupación del 65 por ciento. "Creo que aquí en Menorca tienen muchas cosas que ver, los restos prehistóricos, excursiones a s'Albufera des Grau, a Ciutadella o a los puertos de Maó y Fornells", añade Mesquida.

Las zonas interiores de bienestar, en los hoteles spa, se ven relegadas con el buen tiempo, porque la mayoría de los clientes prefiere salir al exterior. "Ahora no lo usan tanto, están más en la piscina y en el bar, en la playa o pasean en bici", corrobora Theda Bruske, directora del Hotel Pueblo de Punta Prima.

La llegada de 500 turistas alemanes en un viaje organizado por el sindicato alemán GdP ha generado un final de temporada un tanto atípico en este hotel de Sant Lluís, que cerrará el día 16, ya que la mayoría de la clientela está ahora formada por los policías jubilados y sus parejas. "Hemos avisado a los vecinos y a los negocios de que está este grupo, así que la mayoría se mantienen abierto estos días", afirma Bruske. En los hoteles urbanos octubre significa la vuelta de "la clientela típica", explica Javier Homs, director del Capri, en el centro de Maó, aunque la menor actividad económica hace que se resienta la ocupación. Esos clientes habituales son los que llegan a Menorca por trabajo y negocios, españoles principalmente, después del repunte del clásico turista de sol y playa, que también se aloja en este tipo de establecimientos, aunque en menor volumen que en las urbanizaciones, durante julio y agosto. Equipos deportivos durante los fines de semana, comerciales los días laborales, forman parte de ese colectivo que realiza estancias en estos hoteles, que también cuentan con espacios para el relax.