Terrazas. Los espacios al aire libre han ayudado a salvar las cuentas de algunos negocios - Paco Sturla

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Muchos establecimientos recurren a la instalación de calefacción para acoger a los fumadores, que cada vez compran menos tabaco en las máquinas expendedoras

El pasado lunes cumplía un año la entrada en vigor de la denominada ley antitabaco. A la hora de pasar balance a lo que ha sido 2011 sin malos humos en bares, restaurantes y discotecas, la primera conclusión es que, a pesar de la debacle económica que auguraban algunos, al final la experiencia no ha sido tan traumática en términos económicos. Pocos son los hosteleros que se atreven a decir que la reducción en la facturación del ejercicio que acaban de cerrar sea culpa de la prohibición de fumar. Parece que las consecuencias de la crisis económica pesan bastante mas.

Al final, todo apunta a que las terrazas han sido la salvación para un buen número de establecimientos. Gabriel Pascual, gerente de un restaurante en el casco antiguo de Ciutadella, no había ofrecido ese servicio hasta la fecha, pero recientemente se ha dirigido al Ayuntamiento para solicitar la licencia. Y es que 2011 ha sido el peor ejercicio económico de dicho negocio desde que abriera hace aproximadamente 40 años. ¿Culpa de la ley? No se sabe con certeza, pero tanto el responsable del restaurante como algunos de sus empleados, alguno fumador, están encantados de haberse librado de humos y malos olores.

El responsable de un bar cercano, Tomás Faner, reconoce que la facturación de 2011 no se ha resentido en gran medida. Eso sí, ahora vende la mitad de tabaco en la máquina expendedora. Confiesa el hostelero que por culpa de la crisis la gente suele comprar en los estancos y cada vez más tabaco de liar. Por otra parte, según los cálculos del Comité para la Prevención del Tabaquismo, el año pasado 600.000 personas en España abandonaron el tabaco.

Josep Pons Bagur regenta un pequeño local en una céntrica plaza de Ciutadella y figura entre quienes se han agarrado a la terraza como tabla de salvación. Esos sí, ha tenido que pasar por caja y equiparla con sistema de calefacción. No obstante, "la inversión ha merecido la pena". Confiesa que con el paso del tiempo los fumadores se ha acostumbrado "a entrar y salir para echar un cigarro" y los no fumadores disfrutan de un ambiente más sano. La recaudación se ha resentido en 2011, pero Pons cree que ello se debe más a la crisis: "La gente gasta menos. Para estas fiestas compré diez cajas de cava, y me han sobrado cinco".

Un joven, que fuma a la puerta de un bar y prefiere no revelar su nombre, está en gran parte de acuerdo con la ley, aunque considera que es un tanto restrictiva. A su juicio se debería permitir fumar al menos en aquellos lugares en los que los menores tienen prohibido el acceso.

Por su parte, desde la asociación de bares y discotecas del puerto de Ciutadella, un portavoz reconoce que el sector del ocio nocturno "lo están pasando muy mal" por la combinación de la ley y la crisis económica. Confiesa que las terrazas no son una solución suficiente para sacar adelante los negocios y que la facturación de los asociados se ha visto muy reducida. A juicio de la entidad, la ley antitabaco ha conseguido llevar la gente a la calle y al final "se está potenciando el botellón".