"Célula". Empezó esta obra como una galaxia pero acabó siendo la célula procariota que estudiaba su hija - Javier

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"Probablemente tiene que ver con el mundo que vivimos ahora mismo", pero lo cierto es que Amutio no lo sabe del todo cierto. Las cinco esculturas que el artista expone en el claustro de Sant Francesc del Museu de Menorca, con motivo de la Diada de Balears, seguro tienen que ver con su mundo de escultor que crea obras que hablan por sí mismas de su mundo interior, del que extrae la maestría que se desprende en cada una de ellas.

"Bicho" (2011). Con más de un metro de altitud este bicho, sin nombre propio, adopta una postura desafiante que queda compensada por el preciosismo del trato de la madera, de "ullastre" y encina, y la mano de pintura de múltiples colores que le da su autor.

"Algas" (2010). En la imagen aparecen tras el "Bicho". También de maderas menorquinas pintadas de brillante colorido con formas fantásticas que se descubren al detalle en el recorrido de cada una de las algas. Su autor dice que "tienen los colores y el movimiento de las aguas bajo el agua" y lo dice por propia experiencia, de cuando buceó y así las vio.

"Célula" (2008). La historia es un tanto personal y también simpática. Amutio empezó esta obra como una galaxia "yo realmente pensaba en la cuestión estelar, en el nacimiento y los movimientos de una galaxia". Pero su hija, que tenía unos 15 años, estaba estudiando la célula procariota y convencida le dijo a su padre que lo que había hecho era una célula y no otra cosa. La pieza muestra la misma manera dulce que tiene el escultor de tratar el material por el que se deja seducir y seduce a los otros. El detalle es en "Célula" aún más espectacular, si cabe, que en las otras esculturas, tan diferentes todas como han sido concebidas "no hay referentes, ¿tú los has encontrado?" "La verdad es que no" debo responder.

Y protegidos por el porche del claustro del Museu de Menorca están "Personas" (2003), recuerdo vivo de Adán y Eva aunque su autor no lo tome como una referencia. Importa el gesto pero también la forma en la que se deconstruyen los cuerpos para montarlos de nuevo y ofrecerlos con firma propia.