Recursos. La búsqueda y transporte de agua ocupa buena parte de los esfuerzos de la población - Emilio Chamizo

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Negélé, una población a unos 600 kilómetros de distancia al sur de la capital de Etiopía, Addis Abeba, fue el final de la aventura, de momento, para el fotógrafo y amante del continente africano Emilio Chamizo. Su objetivo inicial de llegar hasta el campo de refugiados de Dolo Ado, en la frontera con Somalia, al que miles de personas -es difícil de realizar un cálculo, pero a finales de 2011 ya eran más de 130.000 y la riada humana crecía a razón de 300 desplazados al día-, llegan para aferrarse a la vida, dejando atrás la hambruna y la inseguridad generada por años de conflictos territoriales en la zona.

Chamizo partió el pasado enero de Menorca con la intención de fotografiar y relatar la situación que se vive en los campos de refugiados somalíes. A su llegada a la capital de Etiopía, Addis Abeba, ya en su crónica para 'Es Diari' transmitió el impacto que le produjo llegar a un país sumido en la pobreza, pero también de contrastes, ya que representantes de organismos oficiales, de la Unión Europa o de Naciones Unidas, circulan con potentes y modernos vehículos. El fotógrafo no duda en denunciar, después de más de treinta años de viajes a África, la existencia de un lucrativo negocio en torno a las buenas intenciones de la cooperación internacional, así como de un turismo organizado que, más que de denuncia, parece "una expedición a la pobreza".

La presencia de extranjeros no siempre es bienvenida, y menos si van cámara en mano. Así, el viaje del colaborador del "Menorca" se vio interrumpido con exigencias burocráticas de un permiso de filmación, pese a que Chamizo se movía por el país como turista. Sin saber hasta qué punto su presencia era 'non grata' para las autoridades, y después de intentar sin éxito avanzar hacia el sur, hacia la frontera con Somalia, el fotógrafo emprendió el regreso a España, pero no volvió de vacío.

Chamizo ha traído consigo bellas estampas de la vida cotidiana en Etiopía, y también imágenes crudas y que muestran la peligrosidad del viaje. "La gente va armada por la calle, los pastores también", afirma, "y en el norte del país hay transporte, pero en el sur es más complicado". En las semanas en las que Chamizo realizó su reportaje se produjo un ataque contra un grupo de turistas en la frontera con Eritrea, en el que murieron dos estadounidenses, dos neozelandeses y un británico. "Pero las noticias desde allí no llegan o son sesgadas", señala el fotógrafo, quien después de su experiencia asegura que "lo que más me indigna es todo el negocio que se mueve alrededor de la pobreza".