Fábrica. Las instalaciones de Juan Valera, en las que ya solo trabajan media docena de empleados - Archivo

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La fábrica de bisutería Juan Valera, S.A. finalizará su actividad este viernes día 9, fecha prevista por el comité de empresa y la propiedad de la mercantil para firmar el cierre definitivo del negocio. Así lo confirmó ayer uno de los representantes de los trabajadores, a los que la empresa adeuda las nóminas de octubre, noviembre, diciembre y parte de enero. Éstos también esperan poder cobrar dichos atrasos cuando, a finales de esta semana, se acuerde la extinción de la sociedad.

En la actualidad el número de empleados que se mantienen operativos en Juan Valera, S.A. es mínimo (seis en total), como lo es el número de pedidos, ya que la cartera de clientes se ha perdido en estos dos últimos años. En 2010 Joan Salord, el principal accionista de la empresa, decidió venderla a Josep Refusta, después de tramitar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que supuso el despido de 31 personas.

Desde entonces la situación ha ido empeorando hasta que la fábrica, que llegó a ser una de las más importantes del sector bisutero menorquín, escribirá estos días el último capítulo de su historia con la duda, manifestada ayer por uno de los miembros del comité de empresa, de si Josep Refusta adquirió la firma con el interés de reflotarla o no, porque "no ha invertido ni aportado capital y se irá dejando deudas con todos los proveedores", aseguró.

De momento los delegados sindicales tienen confirmada la fecha para firmar el cierre y el cobro de los salarios atrasados, pero tampoco saben si el administrador y propietario, Josep Refusta, que reside en Barcelona, comparecerá en dicho acto, o si se realizará a través de sus gestores en Menorca.

Juan Valera S.A., fundada en 1923 y situada en Ciutadella, fue adquirida en agosto de 2010 por el inversor catalán Josep Refusta, en quien se confió para su salvación. La historia recuerda a la larga agonía vivida por otra emblemática empresa bisutera, CATISA, esta vez en Maó, que en 1999 se vendió al empresario catalán Josep Maria Drudis para ser reflotada y acabó por hundirse.