Participación. La Plaza Colón de Maó se convirtió de nuevo en el centro neurálgico del malestar de la ciudadanía - Pep Mir

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Unas doscientas personas, equipadas con cacerolas y una amplia diversidad de objetos sonoros (hasta castañuelas), se reunieron ayer tarde en la Plaza Colón de Maó para evidenciar la vigencia del movimiento 15-M, los indignados, cuando está apunto de cumplirse un año de su florecimiento.

El encuentro fue pacífico, ordenado y hasta educado, con consignas que reiteran las que llenaron las plazas de toda España hace ahora doce meses, junto a algunas nuevas con especial incidencia en los recortes sociales y el papel de la banca. Una vez más se desmontó el tópico de los "perroflautas". En la Plaza Colón se dieron cita personas de toda condición y edad, desde ya jubilados con camisa y mocasines, a madres de familia con sus hijos, médicos y mucho representante de la un tiempo denominada clase media.

Un sol veraniego y la poca presencia de personas a la hora fijada para la cacerolada, las 18 horas, hacía temer una escasa presencia. Había una representación de los más activos, y una no menos activa mesa de recogida de firmas por la Iniciativa Legislativa Popular para implantar la dación en pago en las hipotecas.

Pero poco a poco la cosa se fue calentando, y aparecieron los útiles de cocina, que sobre las 18.15 horas empezaron a sonar sin que nadie diera la orden. Por generación casi espontánea. Como es el movimiento 15-M. Ni un insulto, ni una palabra soez. Solo consciencia y oposición sosegada a las medidas adoptadas por los distintos gobiernos ante la crisis económica.

Tras media hora de ruido, se pasó balance. Un portavoz del movimiento 15-M leyó un comunicado en el que se constata que quizá no se haya conseguido nada en cuanto a la modificación del comportamiento del sistema democrático, de los representantes electos y de los llamados mercados, además de otros "demonizados" por este colectivo como la banca, los medios de comunicación y las empresas multinacionales.

Pero desde el movimiento 15-M entienden que sí se ha logrado despertar en la sociedad una consciencia de protesta, y un modo de protestar diferente, de tomar la calle de forma pacífica y constante. Explicó que el 15-M ha permanecido activo durante estos doce meses, con la organización de un sinfín de actividades, foros de debate, talleres creativos.

Además, de forma paralela a los indignados, han aparecido una serie de colectivos sociales de protesta que han exhibido maneras similares al 15-M, como Prou Retallades, la Plataforma d'Afectats per la Hipoteca, Maó en Transició o la Plataforma en Defensa de la Escola Pública, esta última con una amplia presencia de efectivos en la movilización de ayer tarde. Mención especial para los concurridos flashmob sanitarios.

A pesar de este logro, desde el 15-M no se conforman, "es necesaria más participación ciudadana en la política, cambios que la vuelvan más participativa para que todos podamos opinar, que podamos influir más directamente en las decisiones que nos afectan".

Entre las críticas generales al sistema capitalista y al sometimiento de la cosa pública a intereses económicos de unos pocos, el portavoz del colectivo Menorca Reserva de la Billetera introdujo un toque local a la protesta. Expuso que las apreturas demográficas que vive en la Isla en temporada alta turística no justifican las pretensiones actuales de contar con mayores infraestucturas, ni la voluntad de construir nuevas urbanizaciones, medidas que solo beneficiarían el bolsillo de unos pocos. No fue esta la última intervención.