Autoridades. La consellera Maruja Baíllo, la concejala de Alaior Isabel Rodríguez y el presidente de Amics del Museu de Menorca, Mateu Martínez, visitaron ayer a los estudiantes en su último día - Gemma Andreu

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El descubrimiento del poblado de Torre d'en Galmés es un proceso lento, casi inacabable, que verano tras verano viene contando con la aportación de estudiantes de Arqueología. Desde el año pasado se trabaja en el patio de la casa del Cercle 7, una vez el interior de la vivienda se dejó listo en 2010.

Tradicionalmente se desplazaban a Menorca dos turnos de unas diez personas, que pasaban dos semanas a pleno sol moviendo piedras y buscando restos que ofrezcan valiosa información. Pero este año algo ha cambiado. La contribución económica del Consell ha pasado de 36.000 a 14.000 euros, por lo que se ha optado por un solo turno de estudiantes. El segundo turno se cubrirá con 16 voluntarios, en una buena oportunidad de mostrarles lo apasionante que es viajar al pasado a través de lo que han dejado.

Antoni Ferrer, uno de los codirectores de la excavación, comentaba ayer que entre los descubrimientos de este año destaca el hecho que el patio contara con rincones cubiertos en sus laterales, cuya función es aún un misterio. Los materiales obtenidos hablan poco de momento, aunque Ferrer subraya el hallazgo de cerámicas púnicas de Eivissa, y otras que podrían de proceder de las penínsulas Itálica e Ibérica, e incluso de Grecia. También han dado con dos piezas de bronce.

Por otro lado, los restos de fauna doméstica encontrados permitirán determinar la dieta de los moradores. Según Ferrer, se intuye que el patio fue abandonado algo más tarde que la casa, en el siglo II a.C.