Centre de cultura sant diego. La exposición muestra una serie realizada por Chillida como homenaje a Bach, así como seis de las 54 "lurras" que el escultor realizó en Menorca - Gemma Andreu.

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Eduardo Chillida escuchó, por primera vez, la Suite número cuatro de Johann Sebastián Bach cuando iba subiendo las escaleras de una academia en Madrid, se sentó y grabó en su memoria aquella sintonía, "la música es como una escultura etérea, perfecta". Bach era el ídolo musical de Eduardo Chillida quien por ello le dedicó parte de su obra como la serie de cuarenta grabados que, desde anoche, se exhiben en el Centre de Cultura Sant Diego de Alaior, desde donde se introduce la serie del artista como "el lenguaje de Bach que es traducido en líneas y formas por el escultor. Cada dibujo es como un compás, Chillida dibuja formas que se dilatan y contraen, análogas a la respiración". Cada obra se acompaña de la partitura correspondiente y además de una frase de Chillida, quien se sentía un constructor que edifica con sonidos y silencios, como su inspirador Bach, con quien compartía tanto como "síntesis, construcción, improvisación y variación".

La exposición "Chillida, homenatge a Bach. Mostra de l'obra realitzada a Menorca", además de los 40 grabados, contiene el preciado libro "Homenaje a Bach", además de seis "lurras" de las 54 que el escultor realizó en su casa de Alcalfar, Quatre Vents, donde pasaba los veranos. La relación de Chillida con Menorca fue más allá de sus estancias en familia cerca del mar, Eduardo Chillida se dejó seducir por la cultura de la piedra prehistórica de la Isla como se puede comprobar con la "Taula" que aparece en la "Lurra M-3", como pronto descubrió Isabel Rodríguez, regidora de Cultura del Ayuntamiento de Alaior, quien gracias a su buena relación con la familia Chillida, especialmente con Ignacio, ha hecho posible realizar esta exposición que a su vez conmemora el décimo aniversario de la muerte del artista (falleció un 19 de agosto).

La alcaldesa de Alaior, Misericordia Sugrañes, destacó ayer durante la inauguración las facilidades "impagables" con las que han contado para poder llevar hasta Alaior obra de uno de los artistas más universales. La implicación personal del hijo de Eduardo Chillida, Ignacio, de quien la alcaldesa alabó su "sencillez, generosidad y simpatía perfecta", ha sido determinante hasta el último detalle. En la inauguración estuvieron presentes, además, las hijas del escultor, Guiomar y María, además de algunos nietos y otros familiares que cumplen con una agenda que llena este año de actos en recuerdo del artista. También se personó Valeriano Bozal, catedrático de la Universidad Complutense, crítico de arte, consejero del Museo del Prado y gran especialista en la obra de Goya, quien la próxima semana ofrecerá una conferencia sobre Chillida también en Alaior.
Menorca se suma, con la iniciativa de Alaior, a la conmemoración del décimo aniversario como un homenaje a un menorquín de adopción que jugó siempre a la discreción en la Isla, tan solo en 1995 había expuesto su obra públicamente en las salas de cultura de Sa Nostra. Chillida se pone nuevamente, y sólo por segunda vez, al alcance de los menorquines y visitantes para hacerles llegar todo el universo de una obra que en la muestra se sublima con la música porque como bien dejó escrito el artista "escultura y música tienen el mismo espacio sonoro y siempre naciente".

La exposición de Chillida, tras su paso a lo largo de un mes por el Centre de Cultura Sant Diego, itinerará hasta Sant Lluís en cuyo término municipal se encuentra Quatre Vents, desde donde Chillida se acercó a Menorca, "una Isla" dijo " que me parece espléndida. Tengo que ver como me organizo yo todo esto que me gusta tanto de esta Isla con mi propio trabajo". Fue una frase de una larga entrevista concedida en 1992 precisamente a quien le ha traído de nuevo, Isabel Rodríguez.