Buen ambiente. Las fiestas de Sant Gaietà suelen estar muy concurridas, dado el encanto de la población - Paco Sturla

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A las 17.30 horas de ayer daba comienzo el repique de campanas y el disparo de morteros en Llucmaçanes para alegría de todos los vecinos y visitantes. Los primeros en disfrutar, los más pequeños, que se lo pasaron en grande viendo la salida de los gigantes acompañados por la Banda de Música de Maó.

Joan y Rita, l'avi Perico y s'àvia Aguedet, Kikus y Kika, y algún que otro invitado de altura pasearon por las calles de la población, que ya estaban preparadas para la ocasión con banderitas y cañas.

Algo más tarde, a eso de las 19 horas, tenía lugar el primer toc de fabiol a cargo de Víctor Pons bajo la atenta mirada de la alcaldesa Águeda Reynés, concejales, y el caixer batle, Martí Sintes. Éste es, precisamente, uno de los momentos más emotivos para la gente que se reúne en la plaza de Sant Gaietà con el fin de ver el proceso desde el inicio, ya que la entrega de la bandera significa el comienzo de la jornada festiva.

Tras finalizar el replec, los jinetes deleitaron a los presentes con un desfile sobre sus preciosos caballos. Sin duda, fotografías y vídeos a mansalva. "Acabamos de aterrizar. Hemos llegado de Madrid para pasar una semana y nos han dicho que no nos teníamos que perder las fiestas. Es muy bonito, nos hemos sorprendido", decía una pareja.

Y es que este año Llucmaçanes celebra Sant Gaietà sin coincidir con las fiestas de Es Migjorn Gran, lo cual lleva a que haya un mayor número de visitantes. Además, y según explicaban algunos vecinos, este fin de semana coincide con el inicio de las vacaciones de muchas personas, así que las primeras fiestas con las que se encuentran los turistas son las de esta población. "Es cierto que suelen venir muchos catalanes y madrileños. Ahora es cuando llega a la Isla el turismo nacional", comentaba un vecino.

Posteriormente, los caixers entraron en la iglesia para participar en las completas en honor al santo patrón, acompañados de otros ciudadanos que no quisieron perderse estos cantos y el tradicional reparto del aigua-ros. "¿Qué es esto que huele tan bien y está tan fresquito?", preguntaba una señora inglesa, con la consiguiente respuesta de un compatriota, residente en la zona. "¡Pensaba que era para beber!", bromeó ella.

Pasadas las ocho, daba comienzo el esperado jaleo, en una plaza llena y con muy buen ambiente. Más allá, puestos con productos cada año más variados, desde crepes a churros, pasando por conos llenos de patatas, bocatas, golosinas, batidos o mojitos.
La fiesta continuó con la actuación musical del grupo Sarau, y un dj que pinchó hasta bien entrada la madrugada.