Maletín. Los agentes del SEPRONA disponen de material diverso para intentar localizar el punto de ignición del incendio, así como sus causas. En caso de ser intencionado, se buscan pruebas que ayuden a determinar el modus operandi

TW
0

En Menorca, la Guardia Civil cuenta con 130 efectivos, repartidos entre el Aeropuerto y los dos puertos comerciales, Tráfico, intervención de armas, el equipo judicial, el puesto de fiscal o el de los TEDAX. Otro de los grupos especializados es el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA), que dispone de cuatro agentes que trabajan permanentemente en todo aquello relacionado con la preservación del medio ambiente, ya sea en materia de pesca, caza, ganadería, agricultura y patrimonio histórico tanto terrestre como subacuático. También, cómo no, se encarga de la protección de las zonas forestales, ya sea con actuaciones de prevención como de intervención e investigación cuando se produce un incendio.

Los cuatro fuegos declarados en la Isla en septiembre han dejado patente una gran efectividad tanto por parte de los servicios de extinción que lograron sofocar las llamas de forma rápida y evitando un desastre ecológico, como a la hora de aclarar las causas y la autoría material de los incendios.

Protocolo

Cuando la Guardia Civil recibe el aviso de un incendio se pone en marcha un protocolo específico. En lo primero que ayuda la Benemérita es en las vías de comunicación, regulando el tráfico para facilitar la llegada de los responsables de la extinción.

Sin embargo, no es hasta que se declara la extinción cuando el SEPRONA toma el protagonismo. Como explica el cabo primero y jefe de este cuerpo especializado en la Isla, Julián Rodríguez, "a efectos técnicos lo que más nos interesa es localizar la zona cero del incendio".

Por eso, lo primero que hacen es marcar el perímetro del espacio quemado sobre el mapa con la ayuda de un GPS, con el objetivo de ir reduciendo el campo de acción e ir acercándose al lugar donde se originó el incendio.

Para ello se utilizan estacas y marcadores, que se sitúan sobre el terreno gracias a las evidencias que van apareciendo. "Hacemos un análisis con lupa", expone uno de los agentes del SEPRONA, Javier Gómez.

Se trata de observar el camino que tomaron las llamas, teniendo en cuenta el viento que predominaba. En este punto es importante ver qué lado de los árboles, de las ramas e incluso de piedras se han quemado.

Así van estrechando el cerco hasta llegar al punto cero y se elabora un informe técnico. No obstante, no siempre es fácil llegar al lugar de origen. Se pueden tardar días, dependiendo de las dimensiones que hubiera tenido el incendio.

Hallada la zona cero empieza la investigación. Para ello se recogen muestras y pruebas que permitan saber si es un fuego intencionado, originado por una imprudencia o si ha sido por causas naturales. Para ello, los agentes disponen de material específico para trabajar en las zonas afectadas, desde guantes y pinzas, pasando por palas, rastrillos e incluso una laca en spray para fijar pruebas, como por ejemplo cenizas que puedan ser determinantes en la investigación.

Si se localiza algún objeto que pueda ser importante se manda a los laboratorios de Criminalística en Madrid, donde se intenta sacar toda la información posible. Sin embargo, este paso suele ser lento, por ser un departamento centralizado en la capital del Estado que atiende todos los casos del país.

El informe técnico y la investigación se realizan de forma independiente, de modo que no pueda haber condicionantes que entorpezcan. Así, al final, ambos procesos deben ofrecer las mismas conclusiones, lo cual da garantías sobre las causas del fuego.