Teselado. El arquitecto Jesús Cardona y el párroco Josep Manguán explican la singularidad del pavimento de Penrose, único en España y el más grande del mundo - Gemma Andreu

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¿Y el mobiliario? Esta era la pregunta que se hacían muchos de los fieles que ayer ponían los pies en la iglesia de Santa Maria de Maó y se topaban con una nave vacía, sin bancos, grandiosa. El mobiliario por el que preguntaban había sido retirado para poder fotografiar el pavimento en toda su longitud. Por la tarde, los bancos volvían a su sitio original.

Y es que el fotógrafo profesional de arquitectura Adrià Goula se encontraba ayer inmortalizando este pavimento que es único. Rombos y más rombos de mármol blanco -procedente del pueblo de Macael (Almería)- y estrellas de cinco puntas que aparecen y desaparecen pero nunca siguiendo una estructura. Se trata de uno de los mosaicos diseñados por el físico matemático inglés Roger Penrose y que el arquitecto de la obra decidió aplicar.

El rector Josep Manguán explica que las deficiencias estructurales del pavimento de la iglesia requirieron de unos trabajos de consolidación y rehabilitación del suelo que culminarían con un nuevo solado.

Para ello, decidieron apostar por una combinación única y contemporánea basada en la aperiodicidad, es decir, que carece de simetrías. "Una copia desplazada nunca coincidirá con el original", añade el arquitecto Jesús Cardona. Toda la nave y algunas capillas, 760 metros cuadrados de superficie, albergan en torno a 2.500 teselas. Solo se utilizaron dos piezas, dos rombos, uno de sencillo y otro de más grueso. No obstante, con estas dos estructuras se pueden hacer infinidad de combinaciones.

Así, Jesús Cardona corrobora que se trata del único teselado de Penrose que hay en España documentado y, probablemente el más grande que existe en el mundo.

La decisión de la parroquia de fotografiar este teselado se debe, según comenta Manguán, al gran interés que ha suscitado en universidades y revistas especializadas en arquitectura esta creación contemporánea aperiódica en una iglesia del siglo XVIII, ecléctica, donde destaca el estilo neogótico, neoclásico y barroco.

Respecto al proceso de montaje, la ejecución comenzó por el punto central de la nave desde donde se trazaron diez radiales. La colocación se hizo en espiral desde el centro hacia el exterior. Asimismo, en el punto central de la nave destaca una estrella con mármoles de color rojo. Hay el anagrama de Cristo, así como una inscripción griega de "iglesia católica" -teniendo en cuenta que el adjetivo católico en griego significa universal- y el nombre de los cinco continentes. Por otra parte, todo el entramado cuenta con una peculiaridad. Y es que el número áureo o de oro, entendido como la divina proporción, se repite en toda la estructura. "La proporción entre el número de piezas grandes y el número de pequeñas da el número de oro, como también ocurre si se divide la diagonal de un rombo con su costado", señala Cardona.