Obra.Se presentará oficialmente este sábado en un acto a celebrar en la parroquia de Es Mercadal - Cisco Moll

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Casi un año de trabajo. Once meses en total para un resultado perfecto. El mecenas que apostó por la pincelada de Carlos Mascaró (Ferreries, 1957) para llevar a cabo una reproducción de una de las obras de Michelangelo Merisi, más conocido como Caravaggio, sabía muy bien lo que hacía. Encomendarle semejante proyecto a un pintor de la talla de Mascaró es, a pesar de su dificultad extrema, sinónimo de garantía.

Así lo demuestra la espectacular réplica del cuadro "San Mateo y el Ángel" (1602) -también llamado "La inspiración de San Mateo"- que quien gusta considerarse de manera humilde como un "pintor de pueblo" concluyó la semana pasada.

Una magnífica obra que el responsable primero de esta historia tan especial, el que regaló a Mascaró tan ambicioso reto pictórico, donará a la parroquia de su municipio, Es Mercadal, donde ocupará un lugar relevante en el altar. Este mecenas, que prefiere permanecer en el anonimato, le confió la tarea de erigir una copia del original que se conserva en Roma, en la Capilla Contarelli de la Iglesia de San Luis de los Franceses (Chiesa di San Luigi dei Francesi).

Bendición de la pintura

La creación se presentará al público este sábado, a las 20.45 horas, en la iglesia de Sant Martí. Un acto que contará con la presencia del obispo de Menorca, Salvador Giménez, quien procederá a la bendición de la obra. Asimismo, el pintor de Ferreries ofrecerá una breve introducción sobre la historia del lienzo original donde aparece San Mateo escribiendo el Evangelio al dictado de un ángel.

Satisfecho con el resultado final, Mascaró ha desempeñado este proceso con la pasión que le caracteriza. En su buena costumbre de profesional donde los haya, al comienzo de su periplo artístico viajó a Roma con el fin de tomar apuntes y analizar al detalle la pintura de Caravaggio. Sensaciones vividas frente a la obra que posteriormente trasladaría a la intimidad de su estudio.

"Mi objetivo ha sido meterme de lleno en la piel del maestro, he aprendido muchísimo y me he documentado leyendo sobre su vida y obra. Con el cuadro casi acabado, regresé a Roma con una imagen de mi réplica para compararlos y creo que he aprobado el examen final", comenta mientras esboza una sonrisa. La sencillez con la que ha desarrollado su consolidada y experimentada trayectoria a lo largo de todos estos años es la misma que la discreción con la que hoy se planta ante una pintura que, a ojos del espectador y del buen entendedor, es espléndida.

En su ejecución, el principal desafío de Mascaró ha sido sumergirse en el procedimiento empleado por Caravaggio. "Mi técnica es la de los pintores holandeses del siglo XVII, en especial la de mi admirado Vermeer, pero en esta ocasión me he adaptado al máximo a la técnica de Caravaggio. Él pintaba rápido, de arriba a abajo, casi 'alla prima' y sin demasiadas rectificaciones", explica. Detalles de los que se tiene conocimiento gracias a la reflectografía infrarroja aplicada al arte.

Lejos de lo que muchos puedan pensar, confiesa que el elemento de la escena que ha conseguido ponerle en un aprieto ha sido la corona de San Mateo. "Es finísima, tiene tres milímetros y no tiene una forma redonda perfecta. Además, parte de ésta se funde con el fondo negro del cuadro. Si te desviabas ni que fuera medio milímetro quedaba totalmente deformada", señala.

La firma de este "San Mateo y el Ángel" de impronta menorquina reza: "Caravaggio según Carlos Mascaró". El cuadro que rezuma la personalidad artística del pintor de Ferreries va acompañado de una placa donde se explica el porqué de tan exquisito encargo. En su parte trasera se adjuntan fotografías de su proceso de ejecución, documentación y recortes de prensa que se han ido publicando sobre la obra.

La reproducción de Mascaró, de 1,56 por 1 metros, es inferior en sus medidas a la pintura original (2,95 por 1,95). Así debe ser siempre para evitar una posible suplantación.

Atmósfera delicada

Materiales de primera calidad y barnices especiales para un cuadro para el que ha logrado un semblante antiguo que asombra. Una atmósfera delicada con el reto de un escorzo y de una luz que Mascaró ha conseguido revivir con suma belleza. A todo ello, contribuye un marco de aspecto envejecido que él mismo ha tratado a base de pátinas.

El Ayuntamiento de Es Mercadal colabora con el traslado de la obra desde el estudio del pintor en Ferreries hasta la parroquia. La otra parte implicada del proyecto es el rector Joan Tutzó quien le sugirió al pintor la opción de Michelangelo Merisi, uno de los autores más influyentes del Barroco. Casualmente, de niño, Mascaró compró su primer libro de Caravaggio en 1971 al precio de 80 pesetas.

A pesar del desafío de retomar el tema de la figura humana, que hacía más de quince años que no trabajaba, el pintor reconoce haberse sentido muy cómodo durante todo el proceso.

"Ocuparme de este encargo ha sido un privilegio, agradezco mucho que esta persona haya depositado su confianza en mi para cumplir la ilusión de dejar un legado importante a su pueblo. A partir de ahora es la obra la que tiene que hablar por sí sola", expone Mascaró.

Una donación generosa que, sin duda, pervivirá en el tiempo y que cautiva por una sensibilidad que hace perder el sentido.