Bolsas. Además de un lote se llevan a casa un apoyo moral - Javier

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"Una usuaria nos confesó en su primer día de recogida de comida que había ido al contenedor de basura antes de pedir ayuda". Así lo indicaba ayer una de las voluntarias de Caritas parroquial de Maó para explicar la resistencia de algunas personas a desvelar las dificultades para llegar a fin de mes los 365 días del año.

El servicio de alimentos de Caritas funciona básicamente con los equipos de voluntarios de las Caritas parroquiales de los municipios de la Isla que, semanalmente o quincenalmente, hacen entrega de una bolsa de alimentos de primera necesidad a las familias o personas que padecen situaciones de especial dificultad.

Las trabajadoras sociales de Caritas interparroquial de Maó y de Caritas Arciprestal de Ciutadella se encargan de hacer las derivaciones a las parroquias correspondientes. En el caso de los municipios pequeños, son los técnicos de los servicios sociales municipales los que valoran y derivan a la Caritas parroquial correspondiente. Además, en Maó existe el Servicio de Alimentación de la Caridad, gestionado por las Hijas de la Caridad y la Asociación San Vicente de Paúl. Caritas cuenta con un tejido de voluntariado que asciende a 60 personas para la gestión de este programa.

La trabajadora social de Caritas Gloria Ventura explica que tras hacerse esta valoración, la familia recibe una tarjeta de alimentos por un período de tres meses. Tras este plazo, se vuelve a evaluar el caso para continuar o concluir el proceso.
las voluntarias

El grupo de Caritas perteneciente a la iglesia del Carme de Maó se disponía ayer a preparar la treintena de bolsas que hoy se repartirán entre los beneficiarios del programa. Arroz, pasta, galletas, leche, harina, aceite, huevos, azúcar, tomate triturado y embutido, entre otros, además de natillas y cacao para las familias con hijos.

Los lotes de comida son todos similares aunque con un cierto toque personalizado. Y es que, tal como señalan, según el número de miembros de la familia y el número de hijos, las bolsas contienen unos u otros productos específicos. Pero estos núcleos familiares no solo se llevan una bolsa de comida en la recogida, sino un apoyo moral sazonado con un ambiente de optimismo para que la situación se haga menos alarmante.

Es más, estas familias ponen en valor cualquier guiño de solidaridad con el que codearse. Según una de las voluntarias de Maó, el simple hecho de que la bolsa contenga el nombre de la persona beneficiaria ya importa en un momento de desconfianza y desesperación.

"La mayoría de familias viene con mucha pena al verse en esta tesitura, por eso, procuramos que no se sientan como un número a la hora de recoger una bolsa", relatan.

Emocionada. Así aseguraba sentirse ayer otra de las coordinadoras del programa, en este caso de Alaior. Esta voluntaria explica que no puede contener la emoción cuando ve la enorme generosidad de las personas a la hora de colaborar con los más necesitados. Las familias acuden cada quince días a buscar alimentos.

En lo que se refiere a Ferreries, el grupo parroquial destaca que la entrega se lleva a cabo por la noche. "Es muy violento para las familias tener que acudir a una ayuda alimentaria y más si son conocidos en el municipio", afirma una voluntaria. Han llegado a repartir bolsas de alimentos a 31 familias aunque la media se sitúa en unas 22 o 24 familias al mes.

Esta es solo una pequeña pincelada de la labor que desarrollan las voluntarias de Caritas en toda la Isla.