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Los últimos indicadores sobre la demanda turística publicados por el Observatorio del Turismo de Balears, órgano dependiente de la Conselleria de Turismo y Deportes del Ejecutivo autonómico, evidencian una tendencia clara: el trasvase progresivo de turistas de hoteles y similares a otro tipo de oferta de alojamiento.

En esta oferta se contabilizan, entre otras, las viviendas turísticas vacacionales legalizadas, que representan una mínima parte, las que se alquilan con contrato de arrendamiento pero que no tienen reconocido el uso turístico y aquellas que se mueven en la más absoluta ilegalidad, es decir, aquellas cuyo uso genera ganancias económicas que sus propietarios no declaran a Hacienda. Por supuesto, en esta categoría también se inscribirían las viviendas de familiares y amigos de las que no se derivaría ningún aprovechamiento económico.

Las cifras correspondientes a las últimas tres temporadas muestran, por una parte, la caída de más del 12 por ciento en el número de plazas hoteleras vendidas y ello a pesar del incremento de visitantes registrado año tras año –de 2010 a 2012 la población turista llegada a Menorca entre junio y septiembre ha crecido un 5 por ciento- y, por otra, el repunte experimentado en aquella otra oferta catalogada como no hotelera.

Según los datos dados a conocer por el Govern, de los 873.771 turistas contabilizados en Menorca durante el verano pasado, el 57,8 por ciento, es decir, 505.139 se hospedaron en hoteles o establecimientos similares (apartamentos, aparthoteles, agroturismos, turismos rurales...) Dos años antes el escenario fue muy distinto: 581.576 de los 828.760 turistas se decantaron por pernoctar en hoteles, es decir, un 70,17 por ciento del total.

Este movimiento en la distribución de los turistas que llegan a Menorca, más destacable en los últimos años, se tiene que leer en relación con un contexto de crisis económica acusada. Y es que a nadie escapa que alquilar una vivienda en los tiempos que corren puede aligerar las cargas económicas que soporta cualquier familia. De hecho, en las últimas temporadas se ha registrado una notable presencia on line de este tipo de oferta. El problema reside en la manera en que ésta se comercializa.

En Menorca el uso turístico de una vivienda viene determinado por la inscripción en un registro específico regulado por el Consell. Este paso administrativo, aparentemente sencillo, resulta imposible de realizar para aquellos propietarios cuyas casas, equipadas y adaptadas convenientemente, no se encuentran en suelos tradicionalmente turísticos.

Pese a las demandas realizadas por el sector para incorporar el grueso de este tipo de viviendas al mercado turístico, canalizadas en su mayoría a través de la Asociación de Empresarios de Viviendas Turísticas Vacacionales de Menorca, lo cierto es que a día de hoy todavía continúa siendo un asunto pendiente de resolución.