TW
0

"Si el vino Fusió blanc hablara, "xerraria menorquí", reflexionó ayer el bodeguero y restaurador Crispín Mariano durante la presentación en sociedad del último caldo elaborado por el viticultor mercadalense en colaboración con Xavier García, enólogo y bodeguero catalán de Alella Vinícola. Y es que según el responsable de Bodegues Menorquines Fusió blanc 2012 guarda en una botella la esencia de las vides de Menorca y de su historia.

"El mundo del vino no es uniforme, sino que desarrolla lo que la tierra le transmite y Fusió Blanc nos ha acercado bastante a nuestro objetivo de extraer la esencia de nuestra tierra, a todo aquello que le hace diferente", comentó Crispín Mariano acompañado por Xavier García, el alcalde de Es Mercadal, Francesc Ametller, el responsable de la distribución del nuevo vino y un grupo de amigos.

"Al igual que la gastronomía y la cocina de Ca n'Aguedet evoluciona, también lo intentamos con el vino. Creo que todo ello aporta un sello cultural, turístico, gastronómico y ecológico que satisface a los de aquí y a quienes nos visitan", añadió, al tiempo que invitó a los presentes a participar en la cata del nuevo vino que saldrá al mercado a un precio de unos ocho euros y a degustar la muestra de caldos de Alella Vinícola propuesta por Xavier García.

El bodeguero catalán por su parte destacó la relación de su familia con la Isla y la suya personal con Crispín Mariano. "Nuestro proyecto no tiene una finalidad económica sino tal vez un aire romántico y apasionado con el vino y con la gastronomía", resaltó. Este enólogo que también gestiona varios restaurantes incidió en la necesidad de trabajar más en el maridaje de la cocina tradicional isleña con vinos de la tierra.

"Comer platos menorquines acompañados con un Rioja no es muy apropiado. Creo que los riojas son grandes vinos, pero es mejor acompañar la gastronomía de la Isla con vinos de la tierra y aquí hay suficientes para disfrutarlos y este Fusió blanc 2012 es un ejemplo más", aseveró. En este sentido, resaltó que la etiqueta del nuevo vino incluye un simbólico "logo", un "ullastre" tumbado por la tramontana, una figura que resume el carácter de la tierra menorquina, que da la personalidad a este vino y que ambos bodegueros han intentado expresar a través de esta edición limitada de apenas 1.600 botellas.