Adaptada. Mar Rescalvo vive desde hace tres años en la ciudad de los canales. Entre las cosas que más añora están el clima y la cocina de la Isla - M.R.P.

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Este verano ha tenido la oportunidad de ser profeta en su tierra, Es Mercadal. El Ayuntamiento de su localidad natal reconoció su trabajo invitándola a protagonizar una de las tertulias a la fresca que organizó este mes de agosto, y Mar Rescalvo Pons explicó sus experiencias en la ciudad que ahora la acoge, Ámsterdam.

En el centro penitenciario de hombres de Hoogeven dinamiza un proyecto cultural, educativo y de salud mental, a la vez que, como gestora del departamento de artes y terapias de la empresa de psicología y psiquiatría i-psy (Interculturele Psychiatrie), aplica sus conocimientos en la recuperación de los pacientes, todos ellos inmigrantes.

Mar partió desde Menorca hacia Barcelona con sus dieciocho año recién cumplidos y sus sueños. Allí logró una doble licenciatura, en Música y en Sociología, aunque han sido las notas, los compases y los silencios los que la han guiado por el pentagrama de su vida profesional.

¿Qué le impulsó a dejar España para instalarse en Ámsterdam?
Hace ahora casi tres años decidí que tenía ganas de cambiar de ciudad. Estaba acabando un Máster en Gestión Cultural y tenía la oportunidad de ir a hacer las prácticas en el extranjero, aunque te tenías que espabilar tú. Y decidí ir a Ámsterdam por diversas razones, había estado antes y me había gustado mucho, sabía que todo el mundo hablaba inglés muy bien y que era una ciudad muy viva, cultural y artísticamente, cosa que era imprescindible.

¿Llegó directamente con trabajo en su sector?
No. Dejé el trabajo como profesora en escuelas de música en Barcelona y me marché a Ámsterdam a buscarme la vida: prácticas y trabajo para poder vivir. Al cabo de dos meses había encontrado las dos cosas, trabajo como canguro y prácticas como gestora cultural en una empresa de psicología y psiquiatría para inmigrantes llamada i-psy, en la que trabajo actualmente.
El primer año fue muy irregular, iba y venía, ya que aún tenía algunas clases en Barcelona, pero fue una gran experiencia. Al acabar las prácticas en i-psy me ofrecieron un contrato de trabajo y aún continúo allí.

¿Es una empresa del ámbito sanitario especializada en pacientes extranjeros?
Sí, se dedica a la psicología y la psiquiatría para inmigrantes. Eso quiere decir que los pacientes reciben el tratamiento en su lengua original y que los psicólogos y psiquiatras son del lugar de origen del cliente o, como mínimo, pueden hablar su idioma. Mis compañeros de trabajo son básicamente turcos y marroquíes, también hay de Rusia, Bosnia, Irán y Alemania.
Hay que decir que en Holanda no hay sanidad pública, así que existen grandes grupos empresariales que se hacen cargo de la asistencia sanitaria. Mi empresa, i-psy, forma parte de Parnassia Bavo, que es un gran grupo que se centra en sanidad mental, y hay psicología y psiquiatría para holandeses, y otra empresa que se dedica a la drogodependencia, por ejemplo.

¿De dónde proceden los pacientes con los que trata?
Nuestros pacientes tienen orígenes muy diversos: Turquía, Somalia, Irán, España, Brasil...
Yo me encargo de gestionar proyectos individuales con pacientes que reciben tratamiento psicológico o psiquiátrico y, a la vez, organizo la exposición anual en la que todos los clientes del departamento de terapias artísticas pueden participar. El objetivo es ayudar a nuestros pacientes a encontrar una salida a sus problemas a través del arte, y creemos que los espacios públicos, como las galerías de arte, pueden servir para el bienestar de los individuos y del conjunto de la sociedad.

Explíqueme ¿cómo puede curar el arte a un enfermo psiquiátrico?
Le daré un ejemplo de un paciente. Es un hombre de 40 años de edad, con una visión del 30 por ciento y sufre agorafobia, miedo a los espacios abiertos. Su terapeuta le recomendó que siempre llevara una cámara fotográfica encima, y que hiciera fotos cuando tuviera miedo. De esta manera, el paciente, cuando llegaba a casa, podía introducir las fotos en su ordenador, ampliarlas y ver cómo eran los espacios a los que tenía miedo.
Además, comenzó a aficionarse al hobby de la fotografía y hemos hecho una página web, se ha presentado a algunos concursos, está muy motivado y también tiene la autoestima más alta.

¿Se ofrece un tratamiento diferente por el hecho de que los usuarios sean inmigrantes?
No creo que los inmigrantes tengan más problemas psicológicos o psiquiátricos, sencillamente son diferentes. Con la población inmigrante te encuentras problemas como la soledad o la falta de integración.

¿Cree que en los Países Bajos la inmigración es bien recibida?
Desde mi punto de vista, el de una inmigrante, creo que en general se acepta bien. En Ámsterdam hay mucha inmigración. De hecho, anteriormente el Gobierno holandés había sido permisivo y las políticas de integración y de ayuda a los inmigrantes eran muy relevantes. En la actualidad, el nuevo gobierno, una coalición de derechas (el primer ministro holandés es el líder liberal Mark Rutte) está aprovechando la crisis mundial para desmantelar el sistema de bienestar y las políticas sociales.
Creo que los inmigrantes están integrados en la sociedad holandesa, todo el mundo habla holandés, gracia a los cursos gratuitos que ofrece el Gobierno, puedes encontrar mujeres con velo en el supermercado, trabajando de cajeras, o en escuelas, como maestras.

¿A qué se refiere cuando critica la política del actual Gobierno?
Hay guetos de inmigrantes en los que solo hay negros de origen africano, o magrebíes del norte de África, o gente de la Europa del Este. Sé que hasta el año pasado el Gobierno daba ayudas a la integración en la sociedad, como facilidades para crear un negocio, cursos gratuitos de holandés...etc, y actualmente todo eso se ha excluido de los presupuestos sociales.

Cuando estuvo en las tertulias de Es Mercadal, explicó su participación en un proyecto cultural en una cárcel ¿En qué consiste?
Dinamizo un proyecto cultural, educativo y de salud mental en el centro penitenciario
Hoogeveen, donde el arte se utiliza como nueva forma de comunicación, reinserción, libertad y cohesión social. Inicialmente ofrecíamos un taller de arte terapia en el que los presos hallaban un espacio creativo y libre. Con el tiempo se fue ampliando y se incluyeron clases de música.
Ahora hay dos bandas de rock, una de folk, una coral de rap y la coral de los trabajadores de la prisión formada por guardas, administrativos, la doctora y el cura protestante. También hay proyectos educativos y culturales con la participación de toda la comunidad penitenciaria, como teatro, grabación de un CD con los sonidos de la prisión y una exposición-concierto.

¿Cómo es la rutina en la cárcel?
Hoogeveen es un centro penitenciario de hombres y hay 353 presos actualmente, repartidos en cinco módulos de dos o tres pisos. Tiene una cocina en la que los presos pueden cocinar, ya que no hay comedor comunitario. Hay un pequeño espacio de ocio con un futbolín y un billar. También hay tres patios, biblioteca y un taller de arte; la zona de la fábrica, donde los presos trabajan, un aula grande que hace de escuela y una sala de deportes. Además están la peluquería, la lavandería, la enfermería...etcétera.
Las normas son muy estrictas, abren las celdas, que son casi todas individuales, a las 8 de la mañana y las cierran a las 5 de la tarde. Pasan muchas horas solos en la celda.

Entonces las actividades culturales y las actividades deben de tener éxito entre los internos...
Sí, los programas artísticos y culturales son muy bien recibidos ya que, aparte de crear comunidad y de fomentar la cohesión, les cedemos material de arte o de música -tenemos un sistema de préstamo en la biblioteca donde pueden acceder a teclados o guitarras-, que pueden llevarse a las celdas y así, acabar un cuadro o estudiar un instrumento durante las horas muertas.

¿Cree que la situación es la misma que en las cárceles españolas?
No me atrevo a realizar una comparación con España a nivel de terapias porque no soy una experta. Pero si buscamos en internet, lo que sí podemos encontrar muy fácilmente es que en las cárceles españolas hay más presos que en las de Holanda, y ese es un indicador de dureza del sistema judicial. También encontramos que los centros penitenciarios de España están superpoblados en relación a los de Holanda, un indicador de calidad del sistema penitenciario.

¿En qué barrio reside usted y cómo es la Holanda que conoce?
Vivo en el barrio de De Baarsjes. La ciudad es muy tranquila, casi no hay tráfico de coches ya que todo el mundo va en bicicleta. Dicen que hay 650.000 bicicletas para alrededor de 700.000 habitantes. ¡Es curioso ver a las señoras muy arregladas, con tacones altos, que van a la ópera en bicicleta! O a una madre con tres hijos sobre la bici, porque ponen dos sillitas delante y una detrás. Puedes llegar a todos lados en bicicleta, hasta a los lugares menos pensados. Hay carril bici por toda la ciudad y el país. ¡Me encanta!

¿Es cara la vida?
Encontrar una vivienda en buenas condiciones y a un precio aceptable es muy difícil. Hay mucha gente que quiere vivir en Ámsterdam y muy pocas viviendas, así que los precios son muy altos. Aunque el Gobierno ofrece muchos pisos en alquiler social. Los holandeses, o los residentes en Holanda como yo, podemos inscribirnos en unas listas -aunque parece que la espera es de más de 7 años-, para pedir una vivienda social. En función de cuántas personas tienen que vivir en ella, el Gobierno te asigna una más grande o más pequeña -muchas son de 35 metros cuadrados-, a un precio muy razonable.
En cuanto a la actividad, los comercios y museos cierran a las seis de la tarde como máximo, y la ciudad queda muerta. Solo un par de cadenas de supermercados abren cada día de 8 a 22 horas. Yo acabo de trabajar a las 17.30 así que, si no quiero ir a casa y pasarme allí la tarde tengo que organizarme. Por eso cada día hago alguna actividad, practico deporte, canto en una coral, estudio holandés...

Ya conocía Ámsterdam cuando se instaló allí pero, después de todo este tiempo vivido en Holanda ¿qué opina de esta pequeña nación europea?
Es un país que lucha cada día contra el mar. Está muy construido y hay pocas áreas de naturaleza. Crean de forma artificial todo aquello que necesitan: pueblos, carreteras, bosques o lagos. Una vez quise ir de excursión por un parque natural y cuando llegué me encontré un jardín inmenso, perfectamente señalizado con caminitos y florecillas y ¡un museo en el interior!
Los holandeses comen poco durante el día, pan con crema de chocolate, con mantequilla, con salsas de todos tipos..., y la única comida importante es la cena, alrededor de las 6.30 o 7 de la tarde, que es caliente. Creo que es una de las costumbres más difíciles para mi. Una anécdota, cada día me preparo la comida, a veces son lentejas, carne con salsa o pasta. ¡Y mis compañeros de trabajo siempre están alucinados de lo que como, les hace mucha gracia!

Imagino entonces que una de las cosas que echa de menos al estar lejos de casa es la gastronomía...
Añoro la vida en la calle, la posibilidad de pasear y disfrutar de la naturaleza, el buen clima que tenemos y... añoro la cocina menorquina.