Una vida a oscuras. Una pantalla gigante apoyada en un trailer en medio del desierto se convierte durante cuatro días en una gran sala de cine para acercar la cultura al pueblo saharaui. Arriba, Carbonell y Parro junto a dos niños discapacitados que visitaron Menorca con el plan Vacances en Pau - Martí Carbonell

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Una luz se encendió el pasado fin de semana en medio de la tenebrosa realidad que se vive en el desierto del Sahara.

Las dunas del campamento de refugiados de Dajla (Argelia) y las estrellas que pueblan el firmamento se convirtieron en una gran sala de cine en la que no faltó la representación menorquina.

Los refugiados, que viven en el exilio desde hace 38 años, acogieron la décima edición del Fisahara, el Festival Internacional de Cine del Sahara que pretende «entretener y divertir» a los refugiados, señala el presidente de la Associació d'Amics i Amigues del Poble Sahrauí, Martí Carbonell, quien asistió al evento acompañado de la vocal de la entidad y coordinadora del programa Vacances en Pau, Susana Parro.

No obstante, lo hicieron a título personal, no como asociación. Los saharauis pudieron disfrutar de películas tan conocidas como «Lo Imposible», así como documentales de temática saharaui. También se proyectó la primera película realizada por saharauis. Por primera vez, un marroquí defensor de los derechos humanos presentó su film.

Carbonell y Parro aprovecharon el viaje para visitar el proyecto menorquín de la Escuela para Discapacitados que actualmente dispone de una treintena de niños.

Asimismo, los dos menorquines se hospedaron en jaimas de niños que han venido a la Isla a pasar unas vacaciones en paz. Curiosamente, Carbonell se alojó en la jaima de dos hermanos que han pasado dos y cinco años en Menorca. Anecdótico es que la niña hable perfectamente menorquín e incluso lo escriba.

Respecto a la situación, Carbonell explica que tras 38 años de exilio, se han sedentarizado. No obstante, se encuentran en el desierto más duro.

Desesperación es la palabra que define su realidad. «Ven que la Comunidad Internacional no hace nada para desencallar el conflicto», indica Carbonell. Le transmitieron que si no hay solución pacífica «buscarán la manera para regresar a su casa».

El territorio está dividido por el muro de la vergüenza que separa la parte ocupada de la liberada con minas. Dependen de la ayuda humanitariaen tema alimentario. Sin duda alguna, las ayudas llegan.