Entre Antoni (a la izquierda) y su familia cuentan con cerca de medio centenar de ejemplares - Kika Triay

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«Ya no hay tanta perdiz como nos gustaría», confiesa Antoni Paredes, experto en la caza de estas aves con el método tradicional del lazo, algo que no mina lo más mínimo su ilusión por salir al campo a probar suerte.

El periodo de caza comenzó el pasado 31 de diciembre y se prolongará hasta el 9 de febrero, coincidiendo con la época de celo. Junto algunos miembros de su familia, este cazador aprovechará durante el próximo mes para cazar al menos cuatro días por semana, y así aumentar el número de ejemplares que atesoran en una finca de Ciutadella, que actualmente ronda el medio centenar.


Tradición

El sistema empleado, que consiste en colocar una perdiz macho (perdigot) con buenas dotes para el canto, en una jaula para que sirva como reclamo, goza de gran tradición en Menorca, explica Paredes, quien apunta que el número de licencias de caza otorgadas en la Isla para esta actividad cinegética es muy alta en comparación con otras regiones si se tiene el cuenta el volumen de población.

Al respecto, señala que es importante escoger machos con buenas dotes para el canto y que funcionen como señuelo. En su caso es mucho más partidario de este método que de utilizar munición. «Siempre es mejor capturar un macho vivo que cualquier otra cantidad sin vida», apunta, aunque advierte que se trata de una actividad «para la que te tiene que sobrar la paciencia».

Por otra parte, Paredes, quien se dedica a esta actividad desde los 14 años (ahora tiene 32), señala que en el proceso de caza se aplica un proceso de selección. Se quedan con los ejemplares macho, «solo con los que demuestran más ganas de pelea», y se deshacen del resto, así como de las hembras.