Díez confiesa concebir la pintura siempre como un medio, no como un fin - Gemma Andreu

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El Museo de Bellas Artes de Bilbao inaugurará el 24 de este mes una muestra con la obra del pintor Mikel Díez Alaba (Bilbao, 1947), afincado en Menorca desde 1982 y considerado como uno de los artistas vascos más importantes de su generación.

«Siempre es especial exponer donde uno nace. Me produce una gran satisfacción», reconoce el artista, quien relata que todavía recuerda cuando en su época de estudiante pasaba cada día frente aquel museo. Ahora ha llegado su turno de ser un protagonista dentro de él con una colección de 34 piezas artísticas, la mayoría de ellas cuadros pero también alguna escultura, en la que se recoge una etapa artística que abarca los dos últimos años de su vida.

La colección lleva por título «Transitando un tiempo», y según explica hace en cierto modo referencia a una evolución y una mayor definición de las cosas en su carrera. En ese proceso, Díez define la pintura como «una experiencia en la que uno sabe por dónde entra, pero nunca por dónde va a salir», algo que a la postre le sirve para seguir aprendiendo en la vida, reconoce.

Y es que el artista bilbaíno concibe la pintura como «un medio, no un fin. El fin es ser hombre, no artista». No obstante, al respecto añade que tras muchos años de exploración del papel que desempeña en esta vida e ir absorbiendo los diferentes aspectos que conforman el arte, ahora puede decir que es pintor, una percepción que tiene de sí mismo «desde hace aproximadamente cuatro o cinco años».

Toda esa evolución se recoge en la esencia de la colección que conforma «Transitando un tiempo», un proceso artístico en que Menorca juega un papel muy importante, ya que eligió este destino por ser un lugar «donde la luz es diferente y lo inunda todo, y sopla el viento, aunque antes más que hora». Esos son dos elementos importantes en su obra, que se caracteriza principalmente por la combinación entre la abstracción y la figuración.