Pablo Iglesias, líder del partido Podemos, en una de sus intervenciones en público.

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El juego de la política y de la campaña electoral ha cambiado. Empezando por sus normas, siguiendo por sus objetivos y acabando por el escenario final. La irrupción del partido Podemos ha confirmado una tendencia que no solamente afecta al campo político sino al marketing desde su base y que explica, en cualquier caso, el éxito de esta agrupación que a nivel menorquín se traduce en 1.999 votos que los colocan tras las Elecciones Europeas como cuarto poder político en la Isla.

Pero, ¿cómo consigue un grupo que no cuenta con un líder local ni una base sólida más allá de los últimos cuatro meses desbancar a otros grupos más tradicionales como Esquerra Republicana o UpyD? A nivel local, Podemos cuenta con dos perfiles de Facebook, uno con 295 amigos y otro, a título personal con domicilio en Ciutadella según especifica, natural de Maó y con estudios en el IES Josep Maria Quadrado y en la UIB, con 334.

Sin la necesidad de un líder destacado que arrastre a de los votantes, el grupo ha apostado por generar la ilusión en un grupo desilusionado y descontento con la realidad política. En este sentido se ha nutrido de los llamados indignados así como de aquellos cuyo voto parecía condenado a la abstinencia.

Con dos eslóganes pegadizos como '¡Claro que podemos¡' y '¿Cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?' el grupo que se ubica en la extrema izquierda, ha sido capaz de atraer a la gente sin un mensaje profundo sino bien vestido, desde el raciocinio que impera en la causas humanas como el simple hecho de no recortar en educación, en sanidad ni en otros aspectos básicos. Le da a la gente lo que necesita oír -al igual que otros grupos políticos- pero haciéndolo a su misma altura, tratándolos de tú a tú.

Ascenso mediático
Su principal líder, Pablo Iglesias, se ha creado a si mismo. Como si de un personaje de ficción se tratara, este profesor de 35 años de la Universidad Complutense ha ido dándose a conocer aprovechando primero el mundo digital, a través de la web publico.es y luego, a raíz de participar en el movimiento indignado del 15-M y de la convocatoria 'Rodea el Congreso', se le invitó en las tertulias de la cadena Intereconomía, en el programa 'El Gato al agua'.

Iglesias aprovechó su papel de minoría absoluta en este escenario para retratar a sus rivales en cualquier debate labrándose un discurso atractivo que ganaba peso a cada emisión que pasaba alejándolo de hipotéticas atalayas mediáticas donde reposan otras figuras políticas para colocarse al mismo nivel que su audiencia.

Discursos adornados con lo que el votante indeciso o indignado quería oír en más programas políticos de La Sexta y de Cuatro, ligado a una frenética actividad online -tiene más de 283.000 seguidores en Twitter y otros más de 320.000 en Facebook- en la que el principal objetivo es el de mostrar que tanto Iglesias como cualquiera de sus líderes son personas normales 'como tu o como yo', le han aupado hasta los 1,2 millones de votantes, como si de una efectiva acción viral de marketing se tratara.

Ahora resta esperar si este viral se convierte en una realidad que cambia el panorama político a partir del poder que se le ha concedido o termina, en el peor de los casos, con un grupo de indignados más indignados si cabe.