Hotelero «por casualidad». El empresario relata que cuando le dijo a su familia que en plena crisis de los 90 se iba a dedicar al turismo, «me dijeron que estaba loco». | Javier Coll

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Creció en una familia de empresa y desde niño supo que quería ser empresario. José Guillermo Díaz Montañés (Madrid, 1962) estudió ingeniería industrial y revela que optó por el turismo «por casualidad». Arrancó la aventura con su esposa Gabriela Aliaga en 1993 y ahora el grupo hotelero que preside, Artiem Hotels, cuenta con tres establecimientos en la Isla y en temporada alta da empleo a 190 trabajadores. Ha sido presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) y presidente fundador del Instituto Tecnológico Hotelero (ITH).

¿Cómo se hace hueco una empresa familiar en un sector tan competitivo?
- El secreto es ser diferente y único. No es cuestión de tamaño, sino de tener imaginación, de hacer las cosas diferentes y muy bien. Hace 20 años el tamaño era importante. El coste que suponía entrar en un nuevo mercado era inasumible para una empresa familiar, en cambio ahora, con las nuevas tecnologías, imaginación y poco presupuesto puedes hacerlo. La imaginación es la herramienta más poderosa. La imaginación y perseverar en lo que quieres, trabajar duro. Son 24 horas al día. Es vocacional. Si miras las horas que trabajas, no tiene sentido. No es un tema económico.

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¿Qué imprime a la empresa el hecho de ser familiar?
- Imprimes los valores familiares. Una empresa familiar mira a largo plazo. Muchas decisiones no son rentables a corto plazo. En crisis hemos invertido más, cuando -de haber tenido otro carácter- podríamos haber esperado a tiempos mejores. Sacrificas rentabilidades a corto plazo por beneficios a largo.

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