Una decena de deportistas se da cita en Cala Tirant para desafiar las olas y el viento | Tomeu Mir

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El mar embravecido es el perfecto escenario para la práctica del windsurf, un deporte náutico que exige una gran dosis de fortaleza física para deslizarse sobre las olas sin perder el equilibrio.
El temporal de viento que estos días pasados ha azotado la Isla ha permitido a los windsurfistas más atrevidos ejercitar su actividad preferida, enfundados con su traje de neopreno y con ganas de superar el reto que representa enfrentarse con las fuerzas de la naturaleza.

Álex Alguacil, un ferrerienc de 30 años, es director del hotel Casas del Lago, en Cala en Bosc, (Ciutadella). No obstante, cuando las condiciones meteorológicas son proclives y -sobre todo- su horario laboral se lo permite se transforma en un apasionado y convencido windsurfista que disfruta intensamente de este espectacular deporte, al que se inició cuando solo contaba con 12 o 13 años. «El windsurf no es solo un deporte, es una forma de vida que te condiciona porque solo se puede practicar en determinadas ocasiones, no cuando uno quiere», asegura.

Ález Alguacil asegura que en la Isla hay unos 25 o 30 windsurfistas, de los cuales una decena se han dado cita los dos últimos días en Cala Tirant, un lugar que presenta unas características adecuadas para practicar su deporte favorito. Otros enclaves costeros a los que se acostumbra a acudir cuando las condiciones son favorables son el Arenal de Son Bou y la playa de Punta Prima.
Así, la fuerza mínima del viento tiene que ser de 15 nudos y la máxima de 50 nudos, límite que no es aconsejable traspasar si uno no quiere poner en peligro su integridad física.

Alguacil señala que el windsurf no es un deporte barato, puesto que una equipo de segunda mano requiere el desembolso de unos 1.000 euros, que incluye una o dos tablas, dos o tres velas y un mástil.