32 menores viven en familias de acogida

Esta medida de protección de niños menores en situación de desamparo, de carácter temporal, cuenta a día de hoy con una bolsa de nueve familias (ajenas) de las que cinco están ocupadas en estos momentos. Este dato no significa que sobren familias, sino que los requisitos establecidos por los núcleos no casan con los de los menores que están en disposición de ser acogido. Es a partir de esta circunstancia que el Servei Insular de Familia indica que a mayor número de familias, mayor es el abanico para ofrecer a un menor un hogar temporal.

La educadora social de este equipo, Inmaculada Granell, explica que actualmente hay 32 menores en una familia de acogida. Estos pequeños se encuentran en cinco familias ajenas, es decir, aquellas con quienes no se tiene ningún tipo de parentesco. Hay, además, otras 23 familias extensas, es decir, que el Consell ha cedido la guarda y custodia del menor al entorno familiar.

Granell asevera que el acogimiento no puede ser «la puerta falsa para entrar en la adopción». Y es que son procesos totalmente diferentes. Esgrime que «quien adopta no lo hace por solidaridad sino por tener un hijo, mientras que quien acoge no lo hace por tener un hijo sino por altruismo».

Granell considera que la sociedad relaciona acogimiento familiar, primero con niños de más de cuatro años y, segundo, piensa en el malestar que les creará la despedida. En este sentido, avanza que el «el éxito» del falso whatsapp que se extendió por las redes sobre un bebé de seis meses fue que la gente tomó conciencia de que también se dan en acogida a bebés. Es más, los niños de menos de seis años, y fundamentalmente los menores de tres, no se derivan a la Casa de la Infancia.

Además, la educadora social apunta al interés del Servei en poder implantar una bolsa de familias especializadas para la atención de niños con necesidades especiales. Supone un incremento de la cuota que se abona y que de momento, no hay decisión tomada por parte de la administración.

«La despedida es dura»

Con tan solo dos días de edad Alba llenó de vida e ilusión el hogar de Virgina Barber, una artista pictórica ferreriense que reside en Maó y que forma parte de la bolsa de familias de acogida del Consell.

El pequeño retoño sobre el que la administración insular le cedió la guarda y custodia fue la primera experiencia que tuvo Barber. La fue a buscar del hospital y a los dos meses, en concreto, un 21 de diciembre del año 2011, llegó el momento de despedirse de la pequeña. Ya tenía familia adoptiva.

Barber indica que aunque la despedida es dura, «te haces fuerte, no debes pensar nunca en ti sino en el bien que le haces». Además, indica que «pensé en disfrutar el momento y no en el día de la despedida».

Explica que en un primer momento no reaccionó, fue al cabo de unos días que «me vino el bajón» y decidió desconectar abandonando la Isla un tiempo. Incluso se emociona al pensar en Alba.

Indica la madre de acogida que familiares y amigos se volcaron con la menor, no solo por la novedad sino porque «al saber que son niños que necesitan mucho cariño, el amor hacia ellos se dispara».

La primera experiencia fue «tan gratificante» que en 2012 tuvo a una niña de cuatro años durante tres semanas y el año pasado se encargó de dos hermanos que a pesar de residir en la Casa de la Infancia pasaron algunos fines de semana con ella.

Ahora, el Servei le ha informado de otro posible caso, aún por confirmar. Es un bebé de seis meses y que debería cuidarlo medio año. Barber aún no ha decidido si aceptará, por motivos laborales.