El conseller Villalonga, con técnicos de Medio Ambiente, durante su visita a Milà en enero. | Gemma Andreu

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La Comisión Balear de Medio Ambiente dio ayer luz verde, aunque con modificaciones, al proyecto de reimpermeabilización de la celda E, inicialmente destinada a los residuos especiales, para que albergue el vertido de basura en la planta de Milà.

Mes y medio después de que la propuesta de la empresa Lurgintza, avalada por el Consorcio, tuviera entrada en la Conselleria, Medio Ambiente ha acordado informar favorablemente tanto el proyecto presentado como la unificación de residuos en esta misma celda.

Tan solo impone que se impermeabilice también el talud norte y se construyan un bombeo y un pozo de drenaje en la parte más baja del vaso para así controlar y recoger el agua que se infiltre, y evitar de esta manera que el problema que ha obligado a suspender cautelarmente el vertido desde el 22 de diciembre se reproduzca.

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Además, la Comisión también exige que se incorporen todos los aliviaderos de gases e idénticos mecanismos de drenaje que ya estaban previstos en la celda III, cuyas condiciones ahora se asimilan a la celda E, la primera en la que, una vez arreglada, se podrá restablecer el vertido en Milà.

El conseller insular Fernando Villalonga estima que los cambios introducidos por Medio Ambiente encarecerán el presupuesto de las obras, inicialmente cifrado en 379.927 euros, pero confía en que no se alargue el plazo de ejecución que, de acuerdo con la propuesta de Lurgintza, rondaba las seis semanas. Es más, Villalonga espera que todo el proceso de licitación y ejecución de la obra no se prolongue más allá de tres meses, para así recabar de Medio Ambiente el permiso para volver a verter basura en Menorca coincidiendo con los primeros meses del verano. Hasta entonces, a no ser que se autorice un nuevo punto provisional de almacenamiento de los residuos en Milà, cabrá transportar toda la basura a Mallorca para que allí sea incinerada.

La propuesta del Consorcio ahora aceptada parcialmente por el Govern prevé una doble impermeabilización, consistente en sendas capas de drenaje, una barrera geosintética de bentonita y un revestimiento artificial de refuerzo. Se garantizan así «las máximas medidas de protección ambiental, incluso en las condiciones más desfavorables de nivel freático elevado en periodos de aguas altas», cuando a partir de noviembre más llueve y la altura del agua experimenta variaciones de entre dos y tres metros.