El británico Josef Dunne y el francés Mayel de Borniol. | A. R.

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Josef Dunne recuerda que cuando descubrió internet, a mediados de los 90, se pasaba días enteros sin salir de su habitación, jugando sobre todo con videojuegos. «Mi madre, harta de que el teléfono de casa comunicase constantemente y de no poder hablar con la abuela, me obligó a instalarme una línea propia en mi habitación», recuerda entre risas este joven pelirrojo de origen irlandés, crecido en Londres. 

Dunne y su colega francés, Mayel de Borniol, son los cofundadores de Babelsverse, una de las 20 start-ups participantes en el programa Menorca Millennials, que desde el pasado 4 de junio reúne en S'Algar a un grupo de emprendedores tecnológicos de todo el mundo con inversores y directivos de grandes empresas internacionales.

La historia de Babelsverse —una plataforma web que permite al usuario conectar con un traductor real y profesional desde cualquier parte del mundo— va muy ligada a la afición de estos dos emprendedores a la red y a conocer mundo. Dunne, que nunca terminó los estudios superiores, se había formado como diseñador web de forma autodidacta, pero en el año 2007 le despidieron de un trabajo y decidió mudarse a Grecia para empezar de cero. En Atenas conoció a Mayel de Borniol, un programador francés, a través de una web de couchsurfing, que permite a los viajeros buscar alojamiento en casas de locales, y desde entonces se fueron haciendo inseparables. Tres años después de llegar a Atenas, montaron juntos un estudio de desarrollo de páginas web que les funcionaba bastante bien y por las tardes frecuentaban los eventos de emprendedores de la ciudad, a pesar de que ninguno de los dos hablaba bien el griego.

«Detectábamos muy buenas ideas, pero no entendíamos casi nada», ríe de Borniol, con las gafas de sol puestas, noche y día. «Al final, acabábamos llamando por el móvil a algún amigo griego para que nos tradujera de forma instantánea lo que estaban escuchando, y de esta manera salió la idea de crear Babelsverse», añade Dunne.
El proyecto inicial era muy básico: una web que permitía al usuario acceder a los números de teléfono de traductores profesionales de todo el mundo. Pero entonces llegó el tsunami de Japón (enero de 2011) y decidieron difundir y dejar probar la web de forma gratuita a periodistas, equipos de rescate y otros voluntarios extranjeros que ayudaban en el tsunami, pero no hablaban nipón. «Cada llamada les conectaba con un traductor voluntario. Fue un éxito», aseguran. Esta prueba piloto fue decisiva para ser seleccionados en un concurso de emprendedores convocado por el gobierno de Chile, StartupChile, que les otorgó 40.000 dólares (20 millones de pesos) para desarrollar durante seis meses el proyecto Babelsverse en la capital chilena.

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Con el producto ya más consolidado, de Chile se marcharon a Buenos Aires, y desde allí se les ocurrió enviar una nota de prensa a la web de emprendedores tecnológicos más conocida del mundo, TechChrunch, asegurando que si al día siguiente pinchaban el link a su página web podrían seguir en directo por vídeo el discurso del Estado de la Unión de Barack Obama con traducción simultánea instantánea, en más de 70 idiomas. «Los de TechCrunch se mostraron muy interesados, así que en menos de 24 horas tuvimos que programar la web y encontrar más de 80 traductores voluntarios que quisieran colaborar», recuerda Dunne.

Por suerte, la web no falló y Babelsverse ganó mucha difusión mediática, pero el dinero se les estaba terminando. Era enero de 2012, un año después de haber dejado atrás Atenas. «Todavía teníamos el billete de vuelta a Europa», recuerda el emprendedor británico. Tras un breve paso por Uruguay, regresaron a Atenas, pero el panorama de una ciudad azotada por la crisis — «todos los bares que frecuentábamos estaban cerrados o habían sido saqueados», recuerda de Mayol— les animó a volver a Londres. «Nos instalamos en una cabaña en el jardín de casa de mis padres», comenta Dunne.

Durante los últimos dos años han ido presentando su proyecto en diversos concursos, The Next Web (Amsterdam), y más tarde en TedCrunchDisrupt (Nueva York), despertando el interés de inversores privados y también de la comunidad de traductores oficiales de conferencias, «que al principio se nos tiró encima. Nos veían como una amenaza», comenta Dunne.

En busca de inversor
El año pasado, un inversor de Estados Unidos les puso sobre la mesa una propuesta de inversión de 2 millones de dólares, que rechazaron. «Nos cuesta encontrar un inversor con quien compartamos los mismos valores, que entiendan nuestra sensibilidad hacia la diversidad de lenguas, la riqueza que supone. No queremos que todo el mundo termine hablando en inglés, español o mandarín», comenta Dunne.

En Menorca Millennials esperan encontrar algún inversor más afín a sus ideales. «Lo que nos interesa en este momento no es ganar dinero, sino ampliar y cuidar nuestra comunidad de lingüistas, y sobre todo, ser un servicio accesibles a cuanta más gente mejor».