Los italianos, afincados en Barcelona, Matteo Squizzato y Marco Antonio Attisani (derecha) son los responsables de Watly. | A.R.

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A Marco Antonio Attisani le gusta imaginarse un futuro en el que los humanos habrán abandonado sus hábitos más animales, no comerán carne y habrán integrado la inteligencia artificial y las tecnologías a su vida para evitar malgastar los recursos naturales. «La única forma de garantizar la sostenibilidad del planeta es convertirnos en transhumanos», comenta este ingeniero italiano, residente en Barcelona desde hace ocho años. Attisani es el cofundador de Watly, una de las 20 startups tecnológicas que participan en la primera edición de Menorca Millennials, un programa que reúne en la Isla hasta el próximo 24 de junio a un grupo de emprendedores de todo el mundo con inversores y directivos de empresas internacionales.

Creada hace un año, Watly, ubicada cerca de Barcelona, se ha especializado en el desarrollo de dispositivos modulares equipados con energía termosolar capaces de purificar agua contaminada y generar electricidad y conectividad a internet. «Con estas tres cosas una sociedad puede desarrollarse, tener educación, salud, etc», comenta Attisani. El reto de Watly, que ha sido finalista en numerosas competiciones de startups a nivel internacional en el último año, es que ocupa una superficie de cerca de 500 metros cuadrados.

«Es como una mini planta de energía», comenta Attisani, que destaca que sus potenciales usuarios son los países en vías de desarrollo, que sufren escasez de agua potable y de recursos para financiar su producto. Para poder instalar un primer prototipo de Watly, Attisani calcula que necesita una inversión de unos 750.000 euros, una cifra que supera con creces la mediana de una primera ronda de inversión con business angels del sector tecnológico.

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«Muchos inversores prefieren invertir en proyectos de internet que en uno como el mío, ya que el retorno de la inversión es más rápido», explica Attisani, aprovechando un momento de la tarde para trabajar en el proyecto junto a su socio, Matteo Squizzato, también ingeniero.

Se han sentado de cara al mar, disfrutando de la agradable temperatura del atardecer menorquín. «La experiencia en Menorca Millennials nos va servir para hablar con gente interesante y conocer sus opiniones sobre nuestro proyecto», comenta Attisani. Hace un par de semanas, el equipo de Watly participó en un evento de startups en Viena, donde quedaron entre los ocho finalistas, y el próximo mes de julio, Attisani viajará a Londres para participar en otro evento de emprendedores, mientras que Matteo regresará a Barcelona para hacer lo mismo en otro programa.

«Nos conviene mucho darnos a conocer en estos programas con inversores, pero viajar es caro. Buscar dinero requiere tener dinero», se lamenta Attisani. A pesar de las dificultades, la motivación de este par de ingenieros italianos parece irrefrenable. «¿Cómo puede ser que más de 1.000 millones en este planeta no tengan acceso al agua potable?», dice Attisani. Hasta el momento, el equipo ha invertido cerca de 100.000 euros de su bolsillo y miles de horas de trabajo duro. El resultado es un dispositivo que solo con el calor del sol puede eliminar cualquier tipo de contaminación del agua, sean bacteriológica, química, o física, y además, proveer de electricidad y conexión wi-fi.

Squizzato, que en el momento de incorporarse a la startup por sugerencia de un familiar estaba en pleno curso universitario, no se arrepiente de su decisión. «Des de el principio me he ilusionado con este proyecto», comenta.