Sin prisas. El Dj no se marca un plazo para estar en tierras mexicanas. Las cosas, laboralmente, le marchan bien en su nuevo hogar. | G. S. P.

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No le fue fácil tomar un rumbo claro en su formación y su vida profesional, pero se dejó guiar por ese «amor a la música» que afirma ha heredado, porque en su familia son todos «muy melómanos». Guillermo Solà Pons, Guille, (Maó, 1985) como le conocen más sus allegados y amigos, convirtió lo que era un placer y una afición, escuchar música, en su oficio, el de pinchadiscos o DJ en locales de ocio, fiestas y eventos varios.

Los inviernos en Barcelona, donde había establecido su residencia, y los veranos en su Menorca natal han dado paso a una nueva etapa en su vida, bastante más lejos, en una de las grandes urbes del mundo, la superpoblada México Distrito Federal.

¿Cómo empezó en el mundo de la música profesional?
— Cuando acabé Bachillerato, como muchos chavales, no tenía claro qué estudiar, aunque entendía el por qué no sabía el qué, es algo que le pasa a muchos chicos, la vocación no siempre está clara. Di algunos tumbos, incluso estudié primero de Pedadogía, ahora soy el pedagogo de las pistas (comenta entre risas), pero en mi casa siempre se ha escuchado música. Tengo gente en mi familia con grandes colecciones, muy melómanos, y yo también tenía mucho interés en eso. Es algo que siempre he visto desde niño, no tanto el ser músico sino el amor por la música, escuché mucha y acabé siendo dj.

El alma de las fiestas...
— Se vincula mucho al tema de la fiesta y sí, la hay, pero también puede ser una cosa muy íntima. Yo tengo más sesiones grabadas, personales, que no son de baile sino de escuchar y disfrutar, que de las otras. Obviamente, cuando te contratan para una fiesta, el primer animado tienes que ser tú y tienes que transmitir eso a la gente. Pero a mi lo que me atrae mucho de este mundo es el compilar, buscar música de aquí y de allá, que te diga algo. Esos son los verdaderos dj, los de manos al aire delante de 50.000 personas son todo un producto y eso es así. Los auténticos djs son otra historia.

Deduzco que no es fan del famoso David Guetta.
— (Ríe de nuevo) No, no, de hecho ya dije hace tiempo que de David Guetta solo me quedaría con su cartera. Mis djs favoritos, como referentes, son David Mancuso, uno de los precursores, y Dj Harvey, que está muy a tope ahora; y de los contemporáneos, me gusta mucho un dj catalán de éxito internacional, John Talabot. De los mexicanos, los que me gustan son los Pachanga Boys, yo les escuchaba mucho antes de saber que iría a México. De hecho los escuché en Barcelona cuando aún ni había decidido ahorrar para irme.

¿Y por qué decidió irse?
Buscaba la estabilidad económica y un poco más de porvenir, pero el principal motivo fueron las ganas de aventura. Fue una decisión en común con mi pareja, teníamos ganas de cambiar de aires y queríamos un sitio radicalmente diferente. Ella se dedica al diseño de espacios expositivos y México es una de las ciudades con más museos del mundo. Todo ello sumado hizo que nos marcháramos. Berlín o Londres eran opciones, capitales interesantes y culturales, ciudades increíbles pero que no nos apetecían mucho. Buscábamos un cambio radical y México es increíble.

¿Qué lo hace especial?
— Es un gigante, con sus pros y sus contras, eso es motivo también de variedad y de choque de culturas. Lo negativo es quizás que es un poco incontrolable, imparable. Y la gente es lo mejor del país, sin duda. Te puede costar acostumbrarte a la comida, los horarios, el ruido, pero los mexicanos en general son hospitalarios, bromistas, habladores..., te enseñan palabras y quieren que las utilices. Ahora ya empezamos a hablar chilango, el mexicano de DF.

¿Llegaron con trabajo?
— No, así que la aventura podía haber durado tres semanas. Pero era un buen momento, en verano trabajamos mucho y decidimos ahorrar y viajar luego.

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¿Cuáles fueron sus primeras sensaciones al pisar tierra mexicana?
— Pues llegamos a Cancún porque el viaje era más barato. Y nos chocó todo, empezando por el clima. Es una ciudad muy bestia, ruidosísima, la gente te avasalla bastante. Me refiero fuera de los resorts turísticos. Ahí, con nuestra pinta de güeros (nombre que se les da a las personas blancas, pálidas y de cabellos rubios) y una maleta de 20 kilos por la calle..., Hubo algún momento en el que pasamos miedo, después de 40 horas de viaje -porque para que saliera barato dimos unos tumbos que no veas-, llegamos muertos de cansancio, . Era de noche, taxis que pitaban por todos lados... Ahora nos acordamos y nos reímos de aquello.

¿Hay inseguridad?
— Desgraciadamente sí, pero creo que es otra historia, no tiene mucho que ver con nosotros, es algo más suyo. Hay un drama de 'narco', de políticos y policías dudosos, corruptos, y hay inseguridad entre gente políticamente activa. La gente honesta que se opone a eso sale perdiendo, o sea que si te metes más de lo que te llaman y te haces ver más de lo necesario, puedes salir malparado. Pero inseguridad en la calle, yo creo que decir eso es injusto, no he tenido esa sensación, me han robado más veces en Barcelona que en México. Todos los lugares del mundo tienen su punto de inseguridad. En el norte sí la hay, en la frontera, pero por el problema conocido del narcotráfico.

Ha cambiado su percepción entonces...
— Sí, por eso digo que ahora nos reímos de cuando llegamos a Cancún. Además por la mañana ya todo cambió. Nos encontramos con una ciudad decadente, con muchos colores y con un caos controlado. Nos quedamos unos días para ver las playas del sur, Tulum, y luego ya nos fuimos a DF, que resultó ser más gris, la temperatura ya baja, y el tiempo es bastante inestable.

¿Dónde se han establecido?
— Al principio estuvimos en la colonia La Narvarte y ahora estamos en la Roma; colonia es como se llama aquí a los barrios, y éste es bueno. La vivienda no cuesta 7.000 pesos, unos 350 euros al mes. Aquí la vida nos parece que es tirando a barata, pero la vivienda no, y además el mercado es muy uniforme en precios.

¿Y cómo surgió el empleo?
— Me decían que había trabajo de dj y fue verdad. Lo encontré por un amigo catalán que también es dj, músico y productor y estaba de gir apor Sudamérica. Tenía unos bolos en DF y nos invitó a movernos y ver la noche con él. Conocí a la gente que le movía a él y congenié con alguien de ese entorno. Pasaron unas semanas, habíamos ahorrado para estar un tiempo disfrutando y adaptándonos.
En diciembre ya empecé a pinchar. Pinché en La Tantina y quisieron que me quedara. Lo tengo a 15 minutos caminando desde casa. Y el otro local en el que soy residente es B Town, que tengo la suerte que también está en el mismo barrio. En la colonia Roma está el movimiento, tiendas, restaurantes, ocio y locales.

¿Cómo diría que es la situación económica?
— No está tan mal, nos lo dijeron varias veces al venir, que al principio no vas a saber cómo funciona pero funciona. México es tan grande, va como por inercia, tira.., se las saben todas, todo el mundo se busca la vida. Creo que miran más el día a día que nosotros, pero no soy nadie para analizarlo, llevo muy poco tiempo.

¿Les han recibido bien?
— Sí, sí, la gente aquí es lo que más vale. Y en lo laborla estoy contento, me está yendo mejor que nunca. Ahora con las dos residencias ya tengo unos ingresos fijos, que es lo que quería. A partir de ahí, también puedo buscar otros bolos.

Y la música ¿cambia mucho de lo que pinchaba en Europa?
— Eso me ha sorprendido, no sabía si acabaría pinchando cumbia o qué pasaría (ríe). Todo está muy globalizado, la gente escucha cumbia en determinados momentos pero al final, para salir, aquí la gente es moderna, cosmopolita y acaba escuchando lo mismo que nosotros para salir en Barcelona o en otra ciudad europea. Me gusta mucho pinchar disco original para empezar y luego siempre acaba siendo una mezcla de 'deep house', electrónica y más disco.

¿Hay deseos de volver?
— Vinimos a México sin mirar por cuánto tiempo, sin cerrarnos, es un lugar en el que se pueden hacer cosas, aunque está claro que no para toda la vida. De volver, sería para ir a Barcelona porque me gusta la ciudad y el bullicio, y tengo al lado Menorca, que es el verano y la familia.