Decenas de bidones oxidados, una fuente, farolas por estrenar y materiales de todo tipo | Josep Bagur Gomila

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Justamente este miércoles se cumplen diez años desde que el Ayuntamiento de Ciutadella anunció la decisión de almacenar el material urbano de la brigada de obras en una parcela cercana al Polígono Industrial por falta de espacio. Una década y algunas promesas después todo sigue igual, aunque parece que, esta vez sí, por poco tiempo.

El proyecto de ampliación del Polígono, que debe aprobarse próximamente, provocará que la parcela deje de ser de uso municipal, por lo que el Consistorio debe buscar un nuevo lugar al que trasladar todo el material. La década no ha pasado en vano para muchos de los residuos que se encuentran en la parcela y algunos de ellos se encuentran muy deteriorados. Bidones oxidados, papeleras, farolas, jardineras, señales de tráfico, pero también embarcaciones, canastas de baloncesto y juegos procedentes de parques infantiles ocupan la finca. Sin embargo, lo que más llama la atención son dos lavabos portátiles y una caseta de lotería, todo con evidentes desperfectos que los hacen inservibles.

La solución definitiva pasa por instalarse en una nave industrial, una actuación que ya se preveía hace una década. En este sentido se expresa el concejal de Mantenimiento de Vía Pública, José López, que declara que su idea es «encontrar una nave similar a la que ya tenemos en la zona, para poder vaciar cuanto antes la parcela». De hecho, para llevarlo a cabo han reservado una partida de 15.000 euros en los presupuestos del 2016, que todavía deben aprobarse, lo que demuestra que el traslado cada vez parece más inevitable e inminente.

Esta actuación permitiría al Ayuntamiento «centralizar el servicio» ya que, actualmente, las brigadas municipales cuentan con tres o cuatro pequeños almacenes repartidos por Ciutadella. Este hecho «dificulta enormemente la gestión y el inventariado del material», sostiene López.

La adquisición de una nave en el Polígono, por otro lado, permitiría liberar los almacenes del núcleo urbano, «que se podrían destinar a otras necesidades municipales», asegura el concejal.

Diez años después parece que, de una vez por todas, el mobiliario urbano dormirá bajo techo.