River Cam. Núria, durante las carreras de remo Bumps, muy conocidas en la ciudad universitaria

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De padre menorquín y madre aragonesa, por circunstancias familiares fue a nacer en Las Palmas de Gran Canaria, pero a muy corta edad se instaló en la isla paterna. Núria Seguí Gracia es bióloga, cursó especialidad en biología sanitaria y en genética, disciplina ésta última por la que se declara «fascinada». Desde hace más de un año trabaja en una ciudad universitaria por excelencia, Cambridge, investigando precisamente cómo influyen las mutaciones genéticas en determinados tipos de cáncer, y en nuevas técnicas para detectar la enfermedad. Tras acabar la carrera, hizo prácticas en un laboratorio danés y regresó a España, a Barcelona, para comenzar sus estudios de doctorado sobre el cáncer colorrectal hereditario.

¿Por qué decidió después marcharse a Cambridge?
— Vine a Inglaterra cuando estaba escribiendo el doctorado y, empezando a pensar qué hacer en el futuro, vi que a través de la Asociación Española de Genética Humana difundían esta plaza y me presenté. Algo bastante especial de este puesto es que está a caballo entre la investigación y la clínica. Estoy en el Cancer Molecular Diagnostics Laboratory, pertenece a la universidad y está en el Hospital de Addenbrookes. En realidad, esto es como una especie de campus biomédico.

¿No se planteó continuar su formación en España?
— No, desde el principio tuve claro que si quería seguir en lo mío tendría que salir al extranjero. Reino Unido no era un país que me atrajera especialmente pero en mi campo está muy bien, es muy potente a nivel científico y en concreto en la investigación del cáncer y en genética. En España se invierte menos en investigación, es una pena, así que llega un punto en el que te tienes que ir y más tarde intentar volver, que es algo más complicado (ríe), posiblemente renunciando a algo, a más sueldo o quizás a estar en un centro más puntero.

Cambridge es además una universidad reconocida internacionalmente. ¿Nota el cambio?
— La universidad se respira mucho en el ambiente y las oportunidades de tipo científico se notan. Todo en la ciudad, que es pequeña, se mueve alrededor de la universidad y sus entidades. Hay muchas cosas relacionadas con la ciencia y el ámbito universitario genera mucha actividad y también empleo.

¿En qué centra ahora su investigación exactamente?
— Mi laboratorio se dedica al estudio del cáncer y al análisis genético. Ahora que está tan de moda la medicina personalizada, pues se trata de caracterizar el tumor de una persona y, en base a su perfil genético, aplicarle un tratamiento u otro, esto es lo que hacemos. Por eso está a caballo entre los grupos puramente de investigación y el traslado de estos descubrimientos a la aplicación clínica.

¿Está contratada o becada?
— Es un contrato, soy una trabajadora de la universidad.

¿Fue duro lograrlo?
— Hombre, aquí son exigentes, las pruebas fueron un poco duras. El doctorado me había ido bien, tenía varias publicaciones, y supongo que encajaba, daba el perfil . La verdad es que estoy muy contenta de que me cogieran.

¿Por qué se centra en el cáncer?
— A mí lo que me gusta es la genética; que algo complejo pero a la vez tan simple, el genoma -que es como leer un libro-, y que a partir de él exista la vida y el cuerpo funcione... me parece algo fascinante. El cáncer es muy interesante porque al final es una enfermedad genética, que se da por mutaciones en puntos concretos del genoma. Estudio para intentar entender por qué esas mutaciones pueden hacer cambiar el funcionamiento del cuerpo, que está tan coordinado. Es apasionante.

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¿Puede explicarnos alguna novedad o avance para afrontar esa enfermedad?
— Ahora algo que es novedoso y en lo que estamos trabajando mucho es la biopsia líquida. Significa que se pueda analizar el ADN tumoral en una muestra de sangre. Es algo mucho menos invasivo, se pueden buscar mutaciones sin tener que operar al paciente, además, algunos órganos del cuerpo son más difíciles de intervenir. Este análisis sirve para detectar mutaciones o para hacer el seguimiento de la enfermedad, ver cómo evoluciona, en tiempo real.

¿Está cerca de utilizarse de forma generalizada en hospitales?
— Bueno, esa es la función de nuestro laboratorio, ver cómo se pueden trasladar todas esas técnicas, que se han estudiado y han evolucionado mucho en el mundo de la investigación, al uso clínico. Nosotros lo que hacemos es secuenciar, leer el ADN , y para eso somos un equipo de cinco personas. Está mi supervisor, que también es español, de Pamplona; dos técnicos, yo y un bioinformático. En España también se están incorporando todas estas técnicas y creo que llegará a estar en todos los hospitales, que todo lo relacionado con la secuenciación es el futuro del diagnóstico. Por eso también me gusta especializarme en este campo, porque me parece que un día podré volver y poner en práctica en España todo lo que estoy aprendiendo.

¿Qué opina de las operaciones preventivas o proactivas para atajar un cáncer hereditario?
— Es muy difícil de valorar, sobre todo es una opción personal, porque hay muchos componentes de ansiedad. Hay gente a la que le funciona, cuando tienen mutaciones, hacerse este tipo de operaciones y saber que minimiza la posibilidad. Hay un movimiento surgido en Estados Unidos que se hace llamar previvors, son personas que aún no han tenido el cáncer pero saben que tienen la mutación. No hay bueno o malo en estos casos, lo importante es estar bien informado, ya que hoy día puedes pagar para secuenciar tu genoma.

¿No puede generar también ansiedad tanta información?
— Es cierto que puede haber un exceso y que en realidad no se sabe qué hacer con toda esa información. Creo que también falta un trabajo de educación de la poblacón en general sobre lo que es una mutación y lo que implica. En cualquier caso, una decisión así se debe tomar estando muy bien informado, porque hay algunos conceptos que son complicados.

Una mutación no es una sentencia...
— Significa que tienes un riesgo mayor, pero hay riesgos de distintos tipos. Soy un poco reticente a lo de tener demasiada información, puede ser peligroso. Por ejemplo, sorprende el puesto de bioinformático en nuestro equipo, pero estas personas cada vez son más necesarias, con las nuevas tecnologías generamos una gran cantidad de información que tiene que ser procesada. Creo que un gran reto de la ciencia es como interpretar toda la información que se está generando.

Con todos estos avances, ¿llegaremos a ganar la batalla al cáncer?
— El cáncer no se puede erradicar, el simple hecho de estar vivos ya implica que tienes un riesgo de tenerlo, es una consecuencia del estar vivos. Con estas nuevas técnicas y aplicaciones se puede ayudar a prevenirlo, detectarlo en una etapa temprana y mejorar y ayudar en el tratamiento. Es importante poder clasificar un cáncer según sus características y tratarlo de una manera u otra.

¿Qué le pareció el aviso de la OMS sobre el riesgo de la carne roja?
— Está bien que se diga, la gente tiene que ser consciente de lo que es bueno y lo que no, pero tampoco hay que volverse muy locos, como todo, en su justa medida. Se tiene que estar informado sobre lo que supone abusar de este tipo de comida, como del tabaco, todo suma pero tampoco es determinante. Si no.. .viviríamos en un mundo muy sano pero sin alegrías, ¡sin sobrada ni camaiot!

Hablaba antes de renuncias si desea regresar pero... ¿renuncia a algo para estar en Cambridge?
— Sí, claro, también hay renuncias. Yo estoy a gusto aquí pero me costó adaptarme y echo de menos muchas cosas de allí. Es un tipo de vida diferente. La ciudad es cómoda y agradable, puedes ir en bici a todas partes, algo que me gusta, y en poco tiempo puedes llegar a cualquier sitio. Es bonita, pero al clima me ha costado mucho hacerme, y a veces se me hace pequeña. Si te interesa algo más que el aspecto científico, no hay tantas opciones.

¿Entonces piensa en volver?
— Sé que es difícil volver a la Isla para trabajar de lo mío, lo ideal sería un centro grande y en una ciudad, como Barcelona, que además está cerca de Menorca.