Experimento. Los auxiliares comprobaron en un curso de formación cómo respondería su cuerpo si se enfrentara a una pérdida de rendimiento de entre el 40 y el 60 por ciento | Josep Bagur Gomila

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Cristina Llopis trabaja como auxiliar en el geriátrico de Alaior desde hace tiempo, pero este miércoles algo hizo que comience a afrontar su actividad profesional desde una perspectiva diferente. Y todo ello gracias a un ejercicio de empatía, es decir, de ponerse en la piel de esas personas con las que trabaja cada día, desarrollado en una jornada de formación en la que hubo algo de teoría, pero sobre todo mucha práctica. Al igual que otras nueve compañeras, Llopis se vistió con el traje simulador de edad Max, «una experiencia muy buena» y que recomienda a todos los profesionales «que trabajan con personas mayores».

Trasladar una persona en una silla de ruedas, moverla con una grúa o cambiar su postura puede ser algo rutinario para un trabajador, pero, ¿cómo se siente el afectado? El aparato en cuestión, estrenado esta semana por primera vez en Menorca, y disponible en España desde el pasado mes de septiembre, es un traje modular que permite que los usuarios vean recortada, en diferentes grados, su actividad física, según explica Stephan Biel, consultor de innovación en Gerontología Social, durante su visita a la Isla para mostrar su funcionamiento.

El dispositivo limita las capacidades visual, auditiva, de sensibilidad y de movimiento, en diferentes graduaciones, con una pérdida del rendimiento normal del cuerpo entre el 40 y el 60 por ciento. «La idea es que los trabajadores sepan lo que sienten las personas mayores y por qué tienen algunas conductas o actitudes en concreto. En definitiva, les permite ser más empáticos», resume Biel.

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