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El sector lácteo sigue perdiendo explotaciones y cabezas de ganado vacuno frisón. El número de fincas ganaderas inscritas en el Libro Genealógico Oficial sigue sin remontar y mantiene el trazo descendente. No obstante, el campo ha logrado ralentizar esta pérdida de pulso, a pesar de tratarse de un sector que vive en constante incertidumbre. Y es que empiezan a vislumbrarse tímidos síntomas de recuperación que, aunque aún no permiten dar un vuelco a la situación, dejan entrever un hálito de aire fresco para el sector.

En una década, la Isla ha perdido el 26,8 por ciento de su tejido ganadero. Ha pasado de contar con 179 fincas dedicadas a esta producción, a las 131 registradas el ejercicio pasado. En comparación con el 2014, Menorca sigue en saldo negativo, con cinco ganaderías menos. No obstante se dieron de alta tres (y ocho bajas), un aspecto prácticamente insólito en los últimos años, tal como asegura el secretario de la Asociación Frisona Balear, José Ramón de Olives. Y es que, el sector ha logrado apartar una de las múltiples piedras que tenía en el camino: las cuotas lácteas. Estas tres ganaderías ya habían estado en activo anteriormente. El fin de las cuotas ha influido en la decisión de retomar la actividad.

A pesar de este hecho, la línea descendente que sigue esgrimiendo el sector obedece, según De Olives, a la falta de relevo generacional en payeses que se jubilan y a las dificultades de supervivencia que, según recalca, el año pasado se vieron aún más agravadas. Apunta al retraso en el pago de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) y a la falta de pastos por la sequía, lo que ha repercutido en mayores gastos para alimentar al ganado y menor capacidad económica para afrontarlo. A todo ello, cabe sumar el precio de la leche que continúa estable y bajo mínimos. Cabe indicar, no obstante, que no ha trazado la misma evolución que en la Península donde los precios han caído drásticamente ante el fin de las cuotas.

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