De izquierda a derecha, el director de Caritas, Joan Mir, el administrador diocesano, Gerardo Villalonga, y el secretario general de la entidad, Guillem Ferrer. | Javier Coll

TW
3

Caritas Diocesana abrirá en las próximas semanas un centro de día de baja exigencia dirigido a aquellos 'sin techo' que no tienen cabida ni en una casa de acogida ni en un piso social. Son las personas más excluidos socialmente y que malviven en cualquier parte, ya sea una cueva, una casa en ruinas o en la playa.

La entidad tiene localizadas unas treinta personas en esta situación y con esta apertura pretende "echarles una mano" e intentar que inicien el proceso de reinserción. Son personas que no acuden a pedir ayuda sino que "debemos buscarlos nosotros". En líneas generales, sus recursos son mínimos y suelen padecer enfermedades mentales.

Caritas Diocesana de Menorca atendió el año pasado a 1.527 personas, lo que significa que se beneficiaron de la ayuda 3.151 ciudadanos, teniendo en cuenta que quienes acuden a pedir ayuda lo hacen en representación de un núcleo familiar. Esta cifra supone un 6,5 por ciento menos de atenciones que en 2014.

A pesar de estos datos, el secretario general de Caritas, Guillem Ferrer, indica que "la pobreza es más intensa, larga y profunda" puesto que al problema económico se suma el deterioro de la vivienda, la salud, la educación y la pérdida de los derechos básicos fundamentales.

El 64 por ciento de las personas atendidas lleva más de tres años recibiendo una ayuda de Caritas. 478 ciudadanos tocaron por primera vez a la puerta del auxilio. Además, la pobreza tiene cada vez más rostro de mujer. Seis de cada diez personas fueron mujeres, con hijos y de nacionalidad española.