La moda de las montañas de piedra. Esta práctica, aparte de alterar el paisaje en las zonas más vírgenes, supone dejar zonas expuestas a la erosión del viento

TW
23

Seguro que usted no es uno de esos bienintencionados turistas (o residentes) que ha sentido un impulso irrefrenable de amontonar piedras o de embadurnarse de barro. Ni qué decir tiene que no se le habrá pasado por la cabeza pintar la fecha de su visita en las milenarias paredes de la Cova des Coloms. Seguro que no ha sentido la tentación de llevarse una piedra/arena/barro de Menorca a su casa o de atreverse con un ser vivo como la tortuga. Seguro que usted no salta vallas para acortar el camino a la playa, ni ha cogido como souvenir una placa del Camí de Cavalls. Seguro que no, pero por si acaso, aquí va un listado de malas prácticas turísticas y las razones (cuando no son obvias) por las que hay que evitarlas.

MONTAÑAS DE PIEDRA
Menorca es la isla de las piedras, pero más allá de formando paredes secas, están mejor en el suelo. Amontonarlas creando torres que desafían la gravedad se ha convertido en una moda que hace 'llorar' a los geólogos. Más allá de desvirgar con pedestres construcciones humanas zonas de belleza salvaje, hay que tener en cuenta que en una tierra azotada por el viento como esta, mover las piedras de sitio supone acelerar los procesos naturales de erosión. Huelga decir que tampoco hay que llevárselas de recuerdo.

BAÑOS DE BARRO
Embadurnarse de barro parece haberse convertido en una cita casi obligada para visitantes de playas como Cavalleria, Cala Pilar, Trebalúger o Binigaus. Más allá de que los efectos beneficiosos sobre la piel son más que dudosos, desde el grupo ecologista GOB advierten del peligro que supone, por su efecto erosivo. Miles de visitantes escarbando hacen que acabe existiendo un riesgo de desprendimiento que incluso les ha llevado a plantearse colocar carteles de alerta, según explica el portavoz del GOB, Miquel Camps, quien advierte que «la arcilla es un recurso no renovable, no vuelve a aparecer».

SALIRSE DE CAMINOS
Es probable que no hayan oído hablar del término presión difusa. Es el efecto de la masificada presencia humana en zonas en las que normalmente no hay bípedos. Salirse de los caminos para acercarse a acantilados y saltar vallas para acortar el camino a las playas no pasaría de ser un problema anecdótico, si lo hace una persona; pero si son miles y, sobre todo, en los primeros meses de la temporada la cosa cambia: «Estamos detectando que es un problema creciente. Hay especies muy emblemáticas en Menorca que abandonan el nido por las molestias y ya no vuelven. Es una pena», explica Camps. Salir de los caminos marcados para ahorrar unos minutos o para saciar al explorador que llevamos dentro también provoca erosión y en algunos casos impide que se regeneren especies autóctonas.

ROBO DE TORTUGAS
Sobran palabras para explicar los efectos negativos, además de la ilegalidad que supone intentar llevarse animales de Menorca. Parece alocado, pero sucede con frecuencia: «Cada año tenemos que ir al aeropuerto para recoger alguna tortuga que la gente se quiere llevar a casa», explican desde el GOB, que cuenta con un centro de recuperación de la fauna. Esas tortugas que, si tiene suerte, puede encontrarse en sus paseos por las zonas naturales de Menorca no se deben tocar.

PINTADAS
Se puede llegar a comprender el horror que alguien puede sentir a que su paso por Menorca pase al olvido, pero más vale que deje constancia en un blog o en el libro de visitas de alguno de los museos de la Isla. El deterioro a la imagen del destino que implica encontrar pintadas en zonas de gran belleza como la Cova des Coloms o el patrimonio cultural es importante. Ni hablar de llevarse las placas de los hitos del camino más emblemático de la Isla. Algunas tiendas de la Isla venden réplicas y no son tan caras.

BASURA
Muchas de estas prácticas no son por desgracia patrimonio exclusivo de los visitantes y entre ellas destacan las relacionadas con las más elementales reglas del civismo. Tirar basura en los caminos quizá esperando, como ocurre en zonas urbanas, que algún barrendero las recogerá, es un error que puede tardar siglos en subsanarse. También lo es dejar colillas en la arena. Tirar basura en zonas naturales es una de las malas prácticas más evidentes y que mayor deterioro medioambiental y de la imagen turística provoca.

EN EL MAR
También en el ámbito de las actividades náuticas proliferan malas prácticas que afectan a las especies marinas. Limpiar las embarcaciones y tirar los restos al mar, salirse de las zonas balizadas y poner música alta o repostar sin cuidado, al margen de tirtar basura al mar, son algunas de las más frecuentes.