El Timanfaya, que ocupa 51,07 kilómetros cuadrados, es uno de los 14 parques nacionales que hay en España y está considerado la principal maravilla natural de la Reserva de Biosfera de Lanzarote

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El 7 de octubre de 1993 la UNESCO daba a luz a dos nuevas Reservas de Biosfera, Menorca y Lanzarote, dos islas separadas por más de 2.000 kilómetros que desde entonces son hermanas mellizas. 23 años después se han reencontrado en Menorca para celebrar el aniversario y sentar las bases de una colaboración más estrecha que permita un aprendizaje recíproco, a la vista de que comparten problemáticas y desafíos de futuro.

Este viernes por la noche una delegación del Cabildo de Lanzarote, encabezada por el consejero de Cultura, Óscar Pérez, asistió al acto de celebración de esos 23 años. El conseller de Medio Ambiente del Consell, Javier Ares, explicó que el objetivo es «crear una sinergía entre los dos territorios de cara al 25 aniversario». Este intercambio que será de ida y vuelta arranca con la perspectiva cultural de la Reserva de Biosfera, pero en los próximos dos años se crearán lazos en otros campos.

Con alrededor de 50.000 habitantes más que Menorca y su principal actividad económica, el turismo, distribuida en los doce meses del año gracias a su clima, no se puede afirmar que Menorca y Lanzarote sean islas gemelas, aunque las similitudes en cuanto a los problemas a afrontar son muchas. El reto de fondo: la armonía entre prosperidad y conservación.

Lanzarote fue pionera en la aprobación de un plan territorial, en 1991, principalmente para frenar el crecimiento que se avecinaba. Una moratoria turística frenó la apertura proyectada de 250.000 camas turísticas en un territorio en el que en ese momento se contaban unos 70.000 habitantes. Ahora se encuentra en proceso de revisión de su plan territorial para adaptarlo a las actuales circunstancias. Exactamente igual que Menorca, que aprobó su Plan Territorial Insular (PTI) en 2003 y que ahora afronta su revisión.

Uno de los grandes desafíos comunes que afrontan es el de dar el salto a las energías renovables. Ambas ven como las energías limpias son testimoniales, su peso especifico se mueve en torno al tres por ciento, y ambas afrontan debates entre el paisaje y los proyectos para desarrollar nuevas fuentes de producción de energía. En el caso de Menorca, apostando por la energía solar y en el de Lanzarote, por la energía eólica.

Problemas como la escasez del agua, el tratamiento de residuos y el avance en la concienciación social y el conocimiento científico unen a estos dos territorios que quieren coger ideas el uno del otro para tener más conocimientos a la hora de encarar el objetivo, siempre en revisión, de renovar una declaración de reseva que debe ser más que una declaración.