A pulso. Los alumnos tienen que subir pesados instrumentos por las escaleras ante la falta de espacio y de medios mecánicos | Gemma Andreu

TW
0

En diciembre de 2015 el conseller Martí March se comprometió a redactar en 2016 el proyecto del nuevo Conservatorio para pasar a licitarlo. En enero lo refrendó Francina Armengol y este julio, en una visita al centro, March lo mantuvo. Pero que el curso empezara sin más noticias al respecto mosqueó a su director, Pedro Munuera, quien en la reunión del jueves en Es Mercadal confirmó sus peores augurios: March afirmó que su compromiso actual es que haya proyecto en esta legislatura. Un nuevo retraso.

Este incumplimiento del Govern ha colmado la paciencia del Conservatorio, que contabiliza la reivindicación de un nuevo espacio por legislaturas y no por años. En 2017 se cumplirán treinta años de la cesión del Claustre del Carme por parte del Ayuntamiento de Maó, una situación que iba a ser provisional y se ha perpetuado. Munuera asegura que el jueves, en una reunión de directores para la que no fue citado, constató lo que se temía, que «no hay un interés real en construir el nuevo Conservatorio, solo quieren que pase la legislatura y lo asuma otro». Munuera exige lo contrario, que empiecen las obras en este mandato para que un nuevo cambio de gobierno no suponga más demoras. «Salí indignado».

En el Conservatorio se sienten un arma política sin beneficio ninguno, puesto que despiertan un gran interés para los partidos cuando son oposición, pero muy poco cuando éstos gobiernan. «Han pasado muchos consellers, y siempre es igual». A nivel municipal, lo mismo con el ir y venir de la Sala Augusta, «queremos un centro en buenas condiciones, no solo para salvar el edificio».

En el despacho del director no paran de entrar alumnos a coger instrumentos. Es también un almacén. La precariedad es absoluta. Hasta ahora, explica Munuera, se ha mostrado prudente, respetuoso, colaborador, pero acaba de comprobar que esta actitud no ha dado frutos. Son más de 200 alumnos en la sede de Maó. Considera que merecen un respeto y un trato igual al resto de Islas, donde cuentan con conservatorios más grandes, nuevos y bien dotados, incluso con menos estudiantes en Eivissa. «Y no lo critico, solo pedimos un trato igual». Parece razonable.