Unos refugiados conversan en la zona de terraza del albergue de la Platja de Palma que gestiona Creu Roja Balears. | M.A. CAÑELLAS

TW
22

El albergue de la Platja de Palma ha dado asilo a 164 personas en sus dos primeros años de actividad como centro homologado de acogida de refugiados. Pero esta pequeña torre de babel no se ha trasladado a Menorca. Ningún refugiado que haya pasado su primer medio año en Palma ha acabado derivándose a la Isla.

Desde el primer asilado que llegó al albergue de la Platja de Palma han pasado dos años y se han producido múltiples intentos y reuniones de las administraciones de Menorca. No han dado aún sus frutos.

El programa de acogida cuenta con tres fases, la primera debe llevarse a cabo en el albergue, la segunda es la de la integración y la tercera, la de la autonomía. Una vez transcurridos los primeros seis meses en el albergue podrían iniciar su proceso de integración en Menorca si así lo solicitan. Pero no ha sido así. Nadie lo ha pedido. Tampoco se ha promocionado esta posibilidad puesto que la red para su acogida no está aún preparada, señalan desde el Fons Menorquí de Cooperació, entidad que hace de intermediaria con Creu Roja para si se produce la acogida. «Queremos que funcione, que se haga bien y sin complicaciones sociales, hay que favorecer la convivencia tranquila entre refugiados y residentes».

El Fons Menorquí de Cooperació está redactando un plan de acogida a través del que pone las bases para la llegada de estas personas en la Isla. La entidad confía en que después de verano, en torno a septiembre, el operativo esté ya preparado. No obstante, los refugiados han de querer venir. Y hay que ofrecerles esta posibilidad de residir en Menorca. Hasta el momento, han preferido quedarse en Palma, ni tan siquiera optan por los municipios de la 'part forana' de Mallorca.

Además, hay que tener en cuenta que cada vez llegan menos refugiados puesto que el colectivo sirio ha sido la prioridad y cuenta ya con asilo. Hay refugiados de otras nacionalidades que no son considerados prioritarios y quizás no lleguen a pisar territorio español nunca, de ahí que «municipios y entidades locales acogedoras se vean con las manos atadas», aseguran desde el Fons. «La voluntad existe», agregan. Aunque intervienen muchos factores.