Después de 16 años viviendo en la Isla, confiesa disfrutar de la «tranquilidad, la seguridad y el entorno natural». Cree que su futuro está aquí, «aunque nunca se sabe, siempre estoy abierta a todo», reconoce. | Sergi Garcia

TW
8

La ficha

Nació...

— En noviembre de 1962, en Goslar, Alemania.

Actualmente vive en...

— Ciutadella.

Llegó a Menorca...

— De vacaciones en el 2000 y se mudó a la Isla al año siguiente.

Profesión...

— Guía turística para TUI. Tiene estudios en biología.

Familia

— Dos hijos que viven en Alemania.

Su lugar favorito de la Isla es...

— Cala Mitjana.

Todo un clásico entre los menorquines con acento: el amor se cruza en su vida y la Isla completa el flechazo. Ese es el caso de Susana, una enamorada también del entorno natural que la rodea y con el que trabaja de cerca gracias a su profesión como guía turística para una de las empresas más importantes del sector, la alemana TUI.

Y aterrizó por primera vez en Menorca por…
—De visita para pasar unos días con unos amigos alemanes que tenían un bar. Al año siguiente regresé de nuevo y conocí a quien se convertiría en mi pareja; y seis meses después me mudé a Ciutadella.

Una alemana, menorquina con acento y de raíces madrileñas.
—Sí, mis padres emigraron a Alemania en los años 60, donde se casaron y formaron una familia, con sus tres hijas. Y allí crecimos todas, viviendo en un pequeño pueblo en el que he pasado cerca de 40 años de mi vida.

Y con esa mezcla, ¿de dónde se siente?
—Está claro que me siento muy alemana, me crié allí y fui al colegio, es el lugar donde he vivido 40 años; pero siendo de padres españoles mi idioma materno fue siempre el castellano, aunque he de decir que mi lengua es realmente el alemán. Leo, pienso y sueño en alemán.

Al final es el idioma el que decide por usted.
—Creo que sí, hay una cosa que yo creo que es fundamental, y es cómo haces las operaciones de sumas y restas en tu cabeza, y yo las hago en alemán. El idioma en que piensas te dice de dónde eres. La verdad es que cuarenta años en un sitio es mucho tiempo, Alemania es el país en el que nací.

¿Sigue manteniendo un vínculo fuerte con el país?
—Muy intenso, voy dos o tres veces al año. Mis dos hijos, nacidos en Alemania, viven y trabajan allí también. Se vinieron a Menorca con 6 y 8 años y se criaron aquí, son menorquines como aquel que dice, ellos sí que se sienten de aquí, especialmente el pequeño.

Pero a ellos sí que les tira más Alemania.
—Allí tienen muchas más posibilidades de trabajo. El mayor, Luis, está haciendo carrera en el ejército alemán, y el pequeño, Víctor vive en Berlín. Estoy muy orgullosa de ellos.

Volvamos a su llegada a Menorca. ¿Cómo fue en la experiencia?
—Me pareció un lugar espectacular. Ahora trabajo como guía para turistas alemanes, para la TUI desde hace seis años. Es una isla súper bonita y tranquila. Me encanta Menorca y es lo que intento transmitir a los turistas, muchos de los cuales repiten. A mí me parece un lugar perfecto para criar a tus hijos, pero luego tienen que salir de aquí porque si no se quedan un poquito estancados.

¿Se queda pequeña la Isla?
—Hasta los 18 o 19 años, todo perfecto, pero luego tienen que salir, hay que ver otras cosas.

¿A qué se dedicaba en Alemania?
—Tuve un bar durante 13 años. Antes había estudiado biología, aunque abandoné a mitad de carrera. Durante casi toda mi vida he sido autónoma, excepto durante los últimos seis años, en los que estoy trabajando como guía en los hoteles.

¿Fue una decisión fácil dejarlo todo para instalarse aquí?
—Sí, porque fue por amor. Aunque yo ya tenía pensado desde hacía tiempo salir de Alemania. Digamos que ya estaba un poco harta del mal tiempo y de esos inviernos tan duros, especialmente en la zona norte del país, donde estamos muy expuestos al frío. Además, para mí fue importante el hecho de que mis hijos no estaban aprendiendo la lengua castellana, y también quería que vivieran en España, y así fue. Tuve suerte de conocer aquí a Juanjo y venirme con ellos. Fue un poco difícil porque mis hijos no hablan ni castellano ni menorquín.

Noticias relacionadas

¿Se hace uno fácilmente a la vida menorquina?
—Ellos en medio año ya estaban totalmente adaptados. Para mí fue un poco más complicado, porque es difícil entrar en los círculos menorquines. Es casi imposible, aunque tengo muchos amigos y conocidos.

Tienen fama los mediterráneos de abiertos y los alemanes de ser más fríos
—Tópicos absolutos. El alemán es una persona que cuando la conoces es muy hospitalaria, y cuando te acoge tienes un amigo para siempre. Mi mejor amiga alemana viene a verme al menos dos veces al año, y se conoce la Isla mucho mejor que yo; le mandas una foto de un trozo de una playa de Menorca y te sabe decir dónde estás al momento (risas).

Hablemos de turismo. ¿Cómo está el mercado alemán?
—Al alemán le gusta mucho la cultura, le encanta ver la Isla, sale de los hoteles; camina, monta a caballo. Es un turista muy activo, se mueve mucho; también trabajo con clientes ingleses, pero estos suelen quedarse en el hotel, son más de piscina; sin embargo, el alemán busca las playas vírgenes y se deja aconsejar. El mercado alemán ha bajado un poquito, pero la calidad es mejor, viene gente con poder adquisitivo, que es cliente que necesita Menorca. El todo incluido… malamente.

¿Qué opina del modelo turístico de la Isla?
—Viendo lo que ha pasado en los últimos años, con plataformas como Airbnb, que ha venido mucha gente gracias al alquiler de particulares, puedo decir que creo que es el turismo que necesita la Isla, gente que gasta en bares y restaurantes, que van de compras. Por otra parte, estos hoteles boutique tan de moda también son el turismo que necesita Menorca. La Isla no tiene que intentar ser una Ibiza o una Mallorca, no debe competir. Menorca lo que tiene que vender es su naturaleza y su potencial virgen. Es una isla fácil de vender.

¿Qué opina de la saturación frente a la Menorca de postal?
—A los clientes les digo que hay playas a las que es mejor no ir, o que mejor vayan en barco para descubrir qué es lo que se van a encontrar, playas demasiado saturadas. Les recomiendo visitas en mayo, septiembre u octubre. Lo que les digo es que tenemos muchas opciones en la Isla, lo que pasa es que en las guías turísticas parece que solo hablan de Macarella y Turqueta; yo les recomiendo las playas de norte, el norte es el gran olvidado de Menorca, y también el Camí de Cavalls , que se debería promocionar mucho más, con albergues en los que pernoctar, por ejemplo, para poder hacer la ruta completa.

Creo que usted es también una buena viajera.
—Viajé mucho cuando vivía en Alemania, allí era más fácil salir, no como aquí, donde está la cosa más complicada por la falta de vuelos; ahora viajo en invierno, cuando no trabajo, y algunos de los últimos destinos han sido Brasil y Nepal, con mis hijos, con quienes hice el circuito del Annapurna, y este año me voy a Costa Rica. Viajar me abre la mente, yo recomiendo a todo el mundo que viaje. Es algo que he intentado siempre inculcar a mis hijos, uno de los cuales está actualmente de viaje en Vietnam. Me encanta que salgan. Yo hice mi primer viaje a los 20 años a Tailandia y eso es más que una carrera (risas). Siempre he tenido espíritu aventurero, aunque mis padres siempre sufrían mucho, en aquella época no había móviles, antes te podía costar 15 euros llamar tres minutos.

¿Fue duro para la familia vivir lejos de España?
—Mis padres nunca hablaron de ello, pero yo creo que sí lo fue. Luego, viendo películas tan bonitas como «Un franco, 14 pesetas», sí que me recordó a la vida de mis padres. Y entonces sí que era duro. Ellos vivieron en una zona montañosa donde la vida era más dura incluso. Mi padre trabajó en una de las minas más famosas de Alemania como conductor. Recuerdo que el siempre contaba que cuando yo nací, en noviembre, había tres metros de nieve.

¿Fueron bien recibidos?
—Tuvimos suerte porque nos criamos en un pueblo pequeño y en el colegio nos adaptamos bien porque éramos pocos niños extranjeros.

En su caso extranjera, aunque nacida allí.
—Pero aún así sigues siendo extranjero. Éramos las españolas. Pero nunca sufrí un desprecio.

Ahora no se mira con tan buenos ojos la llegada de inmigrantes.
—Sufro viendo mucho la situación actual de los refugiados. Creo que los países europeos están muy capacitados para acoger a estas personas. Hay que tener en cuenta que esa gente huye de sus países por problemas serios. Es un drama muy grande, me entristece mucho.

Me comentan que es muy santjoanera.
—Pues sí. Sant Joan es una fiesta preciosa, y además a mí me gustan muchos los animales. Me encanta ir a Sant Joan de Missa, el primer toc prefiero verlo por la tele. Me gusta el olor de la ciudad durante la fiesta. La primera vez me impactó lo mucho que se acercaba la gente a los caballos, y ahora soy yo la que lo hace.