Magda Pons-Quintana junto al presidente de la Cámara de España, José Luis Bonet, y el presidente en Menorca, Rubén Adrián Pastor | Javier Coll

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En Menorca. Con los empresarios de aquí. Y junto a sus amigos y familia. Así deseaba Magda Pons-Quintana recibir la Medalla de Oro de la Cámara de España. Y así ha podido ser. El presidente José Luis Bonet se desplazó a la Isla para cumplir con la charla y entrega de la insignia que había prometido a la empresaria y expresidenta de la Cámara de Comercio de Menorca, cargo que ostentó durante doce años. Un puñado de ellos, como «una travesía en el desierto», según apuntaba este viernes Bonet.

Arropada por unas 150 personas, Pons-Quintana aseguró en su discurso estar «orgullosa de haber representado a la Cámara de Comercio, de haber podido formar parte de esta ‘marca internacional’ que es reconocida y respetada en todo el mundo y que lucha por el interés general».

Aplaudió que «siendo Menorca un territorio muy pequeño, ha destacado exportando, innovando y creando riqueza en circunstancias poco propicias» y agregaba que la Isla tiene «una iniciativa empresarial envidiable».

Decidió dar el paso para coger el relevo de la institución en 2006 cuando el secretario general de PIME, Pau Seguí, se lo propuso. «Para conquistarme me decía: si son cuatro reuniones al año...».

Pero a Pons-Quintana le tocó bailar con la más fea. La eliminación de la cuota cameral dejó la institución sin ingresos. Y llegó el peor momento, «presentar la suspensión a nuestro mayor tutelante». Decidieron formar una gestora. Y ahora «la Cámara está abierta con su nueva corporación y mi mejor premio es no haberla cerrado», aseveraba con orgullo.

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