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La noticia más optimista de un fin de semana de encierro es que ya solo quedan otros dos y medio a pasar en estas condiciones. El habitual ajetreo de los sábados por la mañana, uno de los días más comerciales en nuestra poblaciones, desapareció de golpe hace dos días. Ni siquiera los puntos de venta autorizados, como los mercados del pescado o las plazas de abastos, tuvieron tanta demanda. La inercia de los seis días previos de no poder salir de casa, salvo causa justificada, ha torcido la tendencia.

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Si las calles, plazas y carreteras han ofrecido imágenes de soledad, otro tanto ha sucedido en la costa y el camí de cavalls, que son las principales escapatorias del fin de semana para familias y grupos. El paisaje inanimado ha sido la estampa predominante, en buena parte debido a la responsabilidad ciudadana para acatar una normativa, que ha convencido de que solo medidas tan rigurosas contribuyen a frenar los contagios.