Tienda en Ciutadella con el cartel de próximo cierre | Josep Bagur

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La parálisis económica provocada por la crisis sanitaria de la covid-19 y las malas perspectivas de recuperación se han cobrado las primeras víctimas. La primera oleada de cierres en el sector comercial de Menorca ya es una realidad y al menos una decena de negocios han confirmado que tiran la toalla, ya sea con carácter inmediato o después de liquidar todo el género que puedan. Muchos ya arrastraban problemas conocidos como la fuerte competencia de las franquicias multinacionales o el auge imparable del comercio por internet, pero para todos la irrupción de la covid-19 y las consiguientes medidas para frenar la pandemia han supuesto la estocada definitiva. La esperanza del sector, en estos momentos muy debilitado, es que la cosa no vaya a más, que la peor crisis que recuerdan no siga llevándose negocios por delante.

Síntoma de la crudeza de la situación que está viviendo el sector comercial, en las calles de la Isla y también en los portales de internet han empezado a proliferar los carteles de liquidación y de traspaso, la gran mayoría tiendas de ropa, pero también hay negocios de restauración e incluso peluquerías. Mónica es la propietaria de Terra, ubicada en el Cós de Gràcia de Maó, una de las tiendas con fecha de caducidad. Reabrió el 11 de mayo en liquidación y después de 20 años de actividad anuncia su cierre definitivo el 30 de este mes. «Me queda un año para jubilarme, pero no puedo aguantar más. Las deudas se han hecho una gran bola, la covid-19 ha sido el punto final». Su relato es el de tantos que esperan el verano para pagar el déficit invernal. Las malas perspectivas para la temporada rompen ese delicado círculo, más vicioso que virtuoso de un tiempo a esta parte.

Reduciendo riesgos

La empresa de venta de textil menorquina Prend.es también ha decidido echar el cierre a dos de sus negocios, los Sapporo de Maó –que ya no volverá a abrir- y Ciutadella, que se encuentra en liquidación. Sus propietarios explican a este diario que la covid-19 «ha sido la gota que ha colmado el vaso» de una situación que ya era delicada por la competencia de franquicias y la venta por internet, que ya habían debilitado el negocio. Otros comerciantes como los propietarios de la boutique La Belle Vie de Ciutadella también echan el cierre y reagrupan la actividad en otros comercios familiares. De nuevo el parón económico y las perspectivas de recuperación decantan la balanza.

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Un 30 por ciento

El peligro de que esta repentina parálisis económica por el coronavirus se cobrara la desaparición de una parte importante del tejido comercial menorquín ya fue advertida en los inicios del estado de alarma desde la Asociación de Comerciantes de Menorca (Ascome). Su presidente, Vicente Cajuso, calculaba entonces que alrededor de un 30 por ciento de los comercios se verían abocados al cierre, que algunos no volverían a abrir tras el confinamiento, que otros lo harían después de liquidar existencias. «Lamentablemente se está cumpliendo lo que vaticinamos, algunos no han podido aguantar», explica Cajuso, quien espera que la bola no se vaya haciendo más grande. «Será un año muy duro pero esperemos que esto se reanime». Lanza un mensaje «de ilusión y esperanza, no queda otra, hay que intentar resistir, levantarse con optimismo y sin mirar las horas trabajadas».

La crisis se ceba con los negocios que ya estaban tocados y con otros que forman parte de una red mayor de tiendas y que son sacrificados para consolidar la generalidad del negocio, pero en otros casos los cierres se producen en locales de restauración que tenían mucho tirón como Sa Vinya des Port, en el Moll de Llevant del puerto de Maó, un entorno donde los gastos fijos, por ejemplo por la ocupación de las terrazas, son muy elevados y donde el equilibrio entre el verano y el invierno es si cabe más delicado. Fuentes cercanas al restaurante confirman que el negocio funcionaba perfectamente en verano, pero eso no ha evitado que los propietarios ya hayan decidido su traspaso.

El propietario de un negocio de restauración ubicado en la emblemática Plaça des Born de Ciutadella ha hecho lo propio. Residente en Barcelona explica que venía a hacer la temporada, pero que este año prácticamente lo ha descartado, mientras intenta vender el negocio con un precio cada vez más rebajado. La última oferta sitúa el coste del traspaso en 19.000 euros por un local del que asegura que puede demostrar una alta facturación.