Con la pandemia las consultas presenciales se han reducido a las imprescindibles

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La necesidad de evitar aglomeraciones en los centros de salud y de minimizar los contactos físicos ha conllevado una reducción de las consultas médicas presenciales durante la pandemia. En paralelo, se ha incrementado la atención telefónica o telemática, un modelo que atisba cierta continuidad en los próximos meses e incluso tras la crisis. La cosa ha ido de más a menos, y en las últimas semanas se visitan más pacientes, aunque sin recuperar la normalidad previa al virus. El IB-Salut anunció esta semana la implantación, ahora en Mallorca y más adelante en Menorca, de un cribaje con criterios objetivos por vía telefónica que no siempre acaba frente al médico.

El mayor uso de la llamada puede generar recelos. La doctora Elena Muñoz, presidenta de la Sociedad Balear de Medicina Familiar y Comunitaria, niega que el teléfono vaya a sustituir a la consulta presencial, «es falso y demagógico». Es más, «una valoración inicial telefónica es un cribaje que puede ser muy útil». El máximo representante en Menorca del Colegio Oficial de Médicos de Balears, Luis Navas, advierte, no obstante, que el uso mayoritario del teléfono «puede ser algo peligroso, la buena atención pasa por una buena anamnesis, las preguntas que se hacen al paciente, es fundamental». Es más, «luego viene la exploración», igualmente determinante.

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Muñoz defiende que la consulta por teléfono evita desplazamientos y riesgos de contagio, lo que es óptimo para resolver cuestiones de carácter administrativo o de seguimiento. Admite problemas de comunicación con ciertos colectivos, pero la doctora señala que si la conversación no es satisfactoria, el médico debe recurrir a una visita presencial. Navas resalta que las novedades siempre deben concebirse «en beneficio del paciente, tenemos que ser lo bastante inteligentes al introducirlas. Deben aportar valor al paciente sin perder rigor».

Las consultas telefónicas no son algo nuevo, si bien antes de la pandemia suponían entre el 1 y el 8 por ciento del total. Ni en el núcleo duro de la pandemia, la presencialidad desapareció por completo. La llamada se combina con canales telemáticos como el correo electrónico para el envío de fotografías o documentos. Para una consulta telefónica eficaz es imprescindible una relación de confianza. Muñoz entiende que por eso hay que defender «ahora y siempre uno de los pilares de la atención primaria: la longitudinalidad de las consultas. Un profesional que lleva tiempo con los mismos pacientes es mucho más eficaz». Destaca la importancia, por ello, de completar y estabilizar las plantillas. Es más, considera que más allá de criterios objetivos el médico de familia es quien mejor puede decidir cuándo se necesita o no una visita presencial, «el contacto directo no se tiene que perder. La relación con el paciente es la base sobre la que los médicos de familia pueden trabajar. Otras formas de contacto no presencial, como el teléfono, el vídeo, el correo electrónico, tampoco se deben perder. Son herramientas que facilitan y complementan y que han venido para quedarse». La idea del complemento es compartida por el doctor Navas, ya que «si alguien se basa en el teléfono solo, correrá serios riesgos».